Capitulo 6: Promesa

350 32 44
                                    

Capítulo 6:

Una vez que el cuerpo de Sugaru fue reducido a solo cenizas, las pupilas de Itachi desvanecieron su color carmesí. No pudo evitar una mueca de cansancio mientras su mano derecha alcanzaba la altura de sus ojos y los cubría a ambos horizontalmente. Dolían cada vez mas, sin embargo, iba a tener que soportarlo. Ya que muy probablemente tendría que volver a usarlos para huir de la aldea.

Apartó la mano y la observó. Esta no paraba de temblarle. Sentía que no se debía al agotamiento de sus ojos ni a la adrenalina. Cómo pensó, la muerte de Sugaru no fue suficiente.

Pero nada lo sería.

Porque incluso si cortaba miles de cuellos y apilaba montañas de cadáveres, su interior seguiría afligido, deseando haber llegado a tiempo para salvar a Sasuke.

Una corriente de viento arrastró las cenizas, esparciéndolas. Itachi que observó con desdén cómo lo que quedaba de ese hombre se dispersaba en el éter, comenzó a llenarse de rabia nuevamente. Sus ojos colmados de ese desagradable pero conocido sentimiento, activaron al sharingan nuevamente sin que él se diera cuenta.

Cerró su mano en un puño, la fuerza empleada lo lastimaba, podía sentir el dolor de su piel próxima a cortarse por la presión de sus uñas.

Reconoció el grito de dolor resonando en su cabeza. Ese dolor que sentía, no lo podía contener.

Deseó poder asesinar a Sugaru nuevamente. Hubiese querido torturarlo por meses, incluso años hasta sentirse ligeramente satisfecho. Pero tuvo que terminarlo rápidamente porque el tiempo se le agotaba. Pudo darle una muerte dolorosa gracias al Amaterasu en su ojo derecho, pero se sentía como si la agonía de ese hombre se hubiese terminado en un instante mientras que la suya seguía derramándose cómo si de un profundo corte letal se tratara.

Tan efímero, frustrante e injusto.

¿Injusto?

Se sentía hipócrita al pensar en justicia, cuando él mismo le había arrebatado la vida a tantos niños inocentes dentro del clan.

Y mientras Itachi reconocía sus pecados, un pensamiento intrusivo, o quizás, una pequeña y lejana voz en su interior, le susurró que no se engañe a si mismo. Nada en este mundo valía lo que esa vida para él.

Era egoísta, lo reconocía. Todo lo que hizo, lo que sacrificó y lo que estaba dispuesto a entregar, fue por y para Sasuke.

Los labios de Itachi, temblaron ligeramente.

Sobrellevar esa cicatriz, el tiempo que estuviese con vida, se iba a convertir en una pesada carga para él. Pero aún existían males que apartar de la villa. Si quería protegerla, no tenía más remedio que recoger las piezas rotas de su vida, ponerse de pie y soportarlo. Este sería su último aporte antes de sucumbir.

Los dedos de Itachi se movieron lentamente y de a poco, aflojó la presión de su palma, unas gotas tibias de sangre cayeron hacia la hierba.

Cubrió su rostro con la máscara volviendo a su papel de Gozu. Antes de partir definitivamente de la aldea, tenía un asunto de importancia que resolver.

Giró en dirección opuesta y echó a correr mientras que en simultáneo sus manos se juntaban para crear un jutsu.

—Karasu: Bunshin no Jutsu.

Los cuervos que escaparon de Itachi, como sombras sin forma clara al principio, volaron en una sola dirección.

Las palabras dichas por Danzo, lo impacientaban. Quería ignorar ese sentimiento y terminar con todo de una vez, pero internamente sabía que no podría hacerlo si no comprobaba con sus propios ojos que estaba sobre pensando las cosas. Quería tener al menos esa seguridad. No se creía capaz de sobrellevar otra pérdida.

Más allá de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora