Capitulo 12: Amaterasu

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Capitulo 12:

Itachi estaba sentado sobre un tronco seco, con los brazos apoyados sobre ambas piernas y la cabeza inclinada hacia abajo. Su respiración era más normal y pausada, pero el sudor de su frente indicaba el esfuerzo que había estado haciendo. Detrás suyo, una gran fosa había sido cubierta con tierra.

Los treinta y cuatro cadáveres fueron depositados dentro y quemados conjuntamente con las llamas del Gōkakyū no jutsu.

Esa tarea de cavar la gran fosa con la dimensión correspondiente y profundidad, le había valido invertir toda la mañana y tarde. Itachi trabajó sin descanso para poder acabar rápidamente.

Lo hizo de este modo, porque conocía bien los límites de su cuerpo. Sabía que estaba agotado por la falta de sueño, el estrés mental y que contaba con las justas de sus reservas de chakra. No era la primera vez que pasaba por algo así. En incontables misiones del pasado, había tenido que permanecer alerta en condiciones extremas. Al haber pasado por esto tantas veces, podía hacerse una idea acercada de sus límites antes del colapso.

Con el pasar de las horas, toda evidencia fue reducida a cenizas que él se encargó de cubrir.

Itachi observó hacia el cielo. El sol ya se había puesto por completo dando paso a la noche.

Difícilmente se iban a encontrar esos restos, ya que el lugar donde llevó a cabo la tarea, fue el patio interno de una de las guaridas abandonadas que el clan Uchiha poseía. Esta en particular, se hallaba en los límites que une Konohagakure con Amegakure.

Esta base se creó en la cima de una montaña que estaba rodeada de bosques enormes y frondosos. Fungía de refugio y abastecimiento de armas en la pasada guerra; y era muy común que los caídos en batalla fuesen cremados ahí mismo y enterrados posteriormente. Esto lo hacían con el propósito de proteger el Kekkei Genkai del clan de cualquiera que ansiara hacerse con ellos.

Ese patio donde Itachi descansaba, era prácticamente un cementerio.

Una vez que terminó con el trabajo de deshacerse de los cadáveres, decidió recorrer el penumbroso recinto en busca de los almacenes de armamentos. Al encontrar uno, se abasteció con lo que creyó necesario. Su mayor hallazgo fue un grifo de agua corriente. Se limpió el rostro y los brazos donde sangre seca permanecía adherida a él. Bebió hidratándose tanto como pudo y llenó un odre para más tarde. Poco después, salió y se sentó en el tronco en el que descansaba ahora.

El golpe seco y constante del Shishi-odoshi -pequeñas fuentes basculantes- le hacían compañía mientras esperaba.

La calma del momento, era como un oasis en medio del desierto, pero para Itachi era más bien, el preludio antes de la tormenta.

Sus pupilas llevaban tiempo observando un camino de hormigas transportando diligentemente trocitos de hojas hacia su hogar, sin embargo, su mente estaba muy lejos. El olor de lo que había estado haciendo permanecía en el aire.

"Ahora solo puedo advertirme a mi mismo de no descuidarme más. Debo ser igual de cuidadoso como si fuera a caminar sobre hielo."

Soltó aire con parsimonia, no queriendo exteriorizar su agotamiento físico.

Itachi buscó la pequeña bolsa que contenía los hyōrōgan. Vació el contenido en la palma de su mano y contó la cantidad de trece.

Se llevó una de estas píldoras especiales a la boca para reponer energías, resistencia y chakra. Itachi necesitaba nutrir su cuerpo y esto era lo mejor para eso, ya que las píldoras del soldado se componen de potentes estimulantes y nutrientes que consigue que un shinobi pueda seguir luchando por tres días y tres noches sin descanso.

Más allá de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora