CAPITULO 3

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Habían pasado 1 semana desde que el señor Roberts había empezado con su investigación y hoy lo vería para ya darme la información que le pedí. Así que baje a mi despacho para esperarlo, estaba ansioso quería tener esa información ya en mis manos para ir a verla. Cuando el señor Roberts llego me entrego la información y se fue de inmediato. Leí la información hoja por hoja hablaba de ella de su carrera y que estaba casada, sentí celos de ese hombre, lo que llamó mi atención es que no había ninguna foto de ella. Estaba decidido iría mañana mismo al hospital.

Al día siguiente hice mi rutina, cuando ya estaba arreglado tome mi auto y maneje directo al hospital que me dijo Astrid, mis manos temblaban me sentía nervioso con miedo, algo ajeno de mí de saber qué era lo que me esperara en aquel lugar.

Estacione el auto y me baje, el hospital estaba algo deteriorado como si en cualquier momento este se fuera a derrumbar y sentí el enojo de saber que no la estuvieran atendiendo bien, entre y había mucha gente en la planta baja personas corriendo de un lado a otro y algunos solo sentados con cara de dolor, me dirigí hacia la segunda planta donde se encontraba, subí las escaleras y mientras más avanzaba me daba cuenta que este hospital necesitaba muchas cosas.

Estaba frente de la puerta de su cuarto, con una mano en el picaporte mentalizándome para lo que me iba a enfrentar, aunque estaba seguro que podría soportarlo, decidí entrar ya que en la sala de espera no vi a nadie de su familia.

Abrí la puerta y entre, ahí estaba Sophia conectada a tantos aparatos que me dolía verla así, tan vulnerable pero entonces supe porque Astrid había dicho que ella estaba cambiada, Sophia tenía una grande cicatriz que empezaba desde su barbilla y terminaba a la altura de su ojo, mi cuerpo se tensó al saber que alguien fue capaz de lastimarla, sentí deseos de matar a esa persona con mis propias manos por haber tocado algo tan valioso para mí..

-Estoy de vuelta y no me volveré a ir- le susurré al oído con voz ronca y los puños apretados-.

Porque no había nadie con ella ¿Dónde estaba sus padres? ¿su esposo? Pensé con resentimiento y enojo.

Toda la luz y energía que Sophia desprendía antes se había esfumado, ya no estaba.

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