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Mis brazos pesaban y mis piernas también de tanto haber caminado por el centro comercial y de regreso a casa, tanto que tenía unas ganas inmensas de quedarme aquí durmiendo hasta sentirme con más fuerza y energía. Otro día tenía que llevar un pato a mi lado de ayudante.

Volví a dar vueltas energéticas en la alfombra verde del cuarto de Tae.

Un lenguatazo tierno me babeó la mejilla, abrí mis brazos y busqué a la bolita peluda para encajarla entre ellos y abrazarlo. El chiquitín se acomodó perfectamente ya acostumbrado a mi falta de sentido común.

— Yeontan~ — Me quejé de mi suerte — ¿Acaso me estoy asejemando cada día más a tu papá? Dime la verdad

Lloriqueé obteniendo como respuesta  ladridos por parte de Tannie.

La puerta del cuarto se abrió dejando ver a mi mejor amigo quien tenía en su cara una expresión de asco y diversión al mismo tiempo.

— No sé en qué momento mi césped dejó entrar a un insecto ladrón a mi morada.

— Eso no tiene sentido.

Me metí un tornadito a la boca que se encontraba en la funda cerca de mi cabeza y que Yeontan quería como juguete. Crujiente y salado. Sí, necesitaba esta dosis de comida chatarra.

— Que tu estés tirado en el suelo tampoco. — Contestó — ¡Súbete a la cama! YA, YA, YA. ¡Y deja a mi bebito, lo vas a intoxica con eso!

Se agachó a arrancarme a mi mini almohada cuando lo volví a apartar de la funda ganándose un ladrido de advertencia.

— Hijo ingrato — Lo regañó — Quien te da de comer y compra tus juguetes soy yo, éste solo te hace juegos cuando viene y te llena de comida nada sana. Luego tengo que llevarte a que te curen de tu diarrea por quien sabe que cosa. Me siento el villano, estoy indignado. — Me miró — ¿Así se sienten los padres cuando sus hijos prefieren a sus tíos porque les dan de comer helado y no verduras?

Me reí ante su drama, comencé a levantarme para tirarme a su lado en la cama y ponerle la pierna encima.

— Ya han pasado mil horas desde que entraste a mi castillo ¿Debo sacarte la información con mis armas secretas o qué?

Reboté en el colchón y me lancé sobre él como en los viejos tiempos. Era más pequeño por él por unos centímetros así que mi cabeza quedaba practicante enterrada en su cuello si quería pero siempre me bajaba un poco más.

— Todo por tu tonto conjunto.

— Cierto ¿Dónde está?

Casi señaló el lugar pero me detuve a tiempo.

— No lo compré – Dije enterrando mi cara en su pecho.

Me alzó en un solo movimiento de los hombros y me quedó analizando hasta el pecado más oculto que tuviera con esos grandes ojos místicos que se cargaba desde que llegó al mundo.

— Mentiroso.

— Si tan solo no hubiera entrado en esa tienda. — Gruñí

Estúpida tienda.

Sí y maravilloso mi extenso vocabulario de insultos.

— ¿Por qué? Es la mejor. — Había recogido la funda de Tornaditos con su larga mano y se estaba llevando también su porción a la boca — Y cómo te dije, soy cliente preferencial, tengo descuentos. Así que salias ganando igual, al menos que tu retaguardia no entrará en ni uno lo cual lo dudo. Si la mía encuentra, la tuya no se queda atrás.

Me dio un sobon a propósito seguido de una nalgada. Le di un manotazo de advertencia.

— ¡Eso fue lo peor! ¡No sabes que tan vergonzoso fue que dijeran eso en voz alta!

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⏰ Última actualización: Jan 06, 2022 ⏰

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