Soy su reencarnación....yo soy Sakura Haruno [En curso]

°•⚝Siete⚝•°

'☋'

Eira

Observaba con atención las calles que eran bañadas agraciadamente por la lluvia, podía sentir el frío estremecerme a cada minuto y era la mejor sensación que podía sentir en mi segunda vida.

Me sacudí el cabello, tratando de secarlo pero estaba húmedo y no tenía opción más que dejármelo así, bueno, me daba igual, de todos modos se secará pronto. Me apoyé de la fría pared mientras miraba el cielo nublado y oscuro, esperando que disminuyera un poco el aguacero para irme, pero esto, esto me hacia sentir diferente a como lo recuerdo, me sentía ansiosa.

Salta

Inhalé el aire fresco y lo solté lentamente.

Rápido, salta salta.

Oía mi voz subconsciente decírmelo unas cuantas veces y sin pensarlo la obedecí, me quité la mochila dejándola en el suelo seco y me despojo del suéter rojo que tenía puesto dejándola por encima de la mochila y justo que iba a salir del techito que me cubría, llegué a identificar a alguien acercándose.

Me detuve en seco.

—¿Tú..? –Musité, viendo que aquella persona frente a mi detuvo sus pasos en medio de las calles húmedas de la aldea justo cuando alzó su mirada a mí.

—¿Sakura? –

No había ninguna sorpresa en sus ojos pero en su voz si lo identifiqué.

—Oh, eres tú...–Musité de nuevo.

Quedó quieto en su lugar, como si no le importara lo más mínimo que la lluvia le cayera encima.
Mi maña característico apareció, ojeeé con detalle su piel húmeda y casi brillosa que parecía casi de porcelana; su cabello caído y húmedo, y sus ojos viendo con detenimiento hacía mí.

Al terminar solo quedó el desviar la mirada y ahogar a mi yo gritando desde el principio que saltara. Regresé con algunos pasos hacía atrás, recargándome nuevamente de la fría pared como a la par, miraba con discreción que se acercaba para cubrirse de la lluvia. Bajo el mismo techito que yo.

Tomé de nuevo mis cosas en silencio, en algunas ocasiones apuntaba la mirada hacía los charcos grandes de agua que se habían formado.

_Estaba tan cerca..._-

Apreté un poco los labios.

Mi yo ansiosa gritando estaba resistiendo pero debía estar quieta, en todos los sentidos. No voy hacer eso si hay una persona presente y además no es cualquier persona.
Sentí escalofríos en mis brazos y casi no sentía las rodillas de mis piernas. Giré desde el rabillo de mi ojo, viendo lo quieto que estaba en su lugar pero, su ojo miraba a mi dirección.