Capítulo I

392 66 350
                                    







BIENVENIDO A GREEN TOWN

Desentierra; toma una pala y ponte a cavar.

No recuerdo con precisión cuando el otoño se volvió mi estación favorita, solo sé, que cuando fui lo suficiente consiente me volví la niña que esperaba la noche de "dulce o truco" en lugar del señor gordinflón con barba que baja por la chimenea. Los colores, el clima, tanto misticismo que lo envuelve e historias de terror con el monstruo debajo de la cama, me generaba curiosidad casi mórbida.

Pienso, que fue a partir de los ocho años, cuando aquella tarde de Halloween mis padres con una postura que no podría definir más que extraña, decidieron que al empezar a caer el sol era buena idea estar a puerta y ventanas cerradas, mantenerme cautiva con mi disfraz de vampiresa mientras escuchaba como mis amigos tocaban la puerta una y otra vez invitándome a salir a pedir dulces. Reproché y lloriqueé hasta el cansancio, pero más que nada, recuerdo con claridad su expresión al asomarse por las cortinas y abrir los ojos como si una horda de criaturas del inframundo desfilara por la acera.

Halloween, la noche de las brujas, el día en el que el pueblo de Green Town se pone de cabeza, no por las decoraciones de calabazas y los inflables de fantasmas, no, el ambiente se percibe tenso, puedes notar el nerviosismo de los adultos y de los ancianos, viendo constantemente por detrás de su hombro o asomados por las ventanas como si algo malo fuera a pasar, o, como me gusta definirlo "Histeria colectiva pueblerina", un mal que te ataca cuando no has salido de los misma locación rural por mucho tiempo.

Así son las cosas, a los jóvenes claro está que poco nos importa, la excusa para una buena fiesta, disfraces reveladores exponiendo más piel de la necesaria y decenas de capaz de maquillaje donde la promesa de por una noche puedes ser ángel, demonio o bestia, es demasiado tentadora como para dejarla pasar.

Todos se lo toman con seriedad, desde meses antes las tiendas de tela y costureras se llenan de trabajo y los más descuidados terminan pidiendo sus trajes por amazon, pero nadie se queda sin participar.

Los chillidos eufóricos de los niños corriendo en la calle me indicaron que ya era hora de comenzar a arreglarme. Ya había comenzado a oscurecer.

Dejé a un lado el celular y dándome una vuelta sobre el costado me paré de la cama. Faltaban tres horas para la fiesta pero las ansias me consumían por estar lista. Antes de dirigirme a la ducha, impaciente, fui al closet y saqué el vestuario que usaría, no pude evitar dar unos brinquitos de emoción.

Ese año había decidido disfrazarme de Six, la protagonista y antihéroe del video juego de Little Nightmares, con un icónico impermeable amarillo y unas botas de combate, para complementar, una semana antes me pinté el cabello de un tono negro azulado y vi tutoriales en YouTube de maquillaje, simularía tener moretones en las piernas y en un lado del rostro.

Aunque uno hace el intento de lucir de muerte, terminar opacado es inevitable. La protagonista de esta festividad tiene nombre y apellido, Orion Di Verne, hija de una de las familias fundadoras y pudientes del pueblo que por décadas se han dedicado a la industria ganadera y que, por ende, se puede dar el lujo de tomar un avión únicamente para organizar una fiesta de Halloween donde todos sin excepción están invitados.

Orion, dice que la razón del derroche es para ver a sus amigos de la infancia y no olvidar sus raíces.

¿Qué opino de ella? Es una chica divina, fuimos compañeras hasta la universidad, tremendamente encantadora, imposible que no te caiga bien, por eso, el treinta y uno de octubre, todos asisten a la finca Di Verne.

Orion, tenía una debilidad por los postres de Dalkomhan Pastry, y ¿cómo no? si es una de las reliquias del pueblo, pasada de generación en generación hasta llegar a su actual dueña y nuestra amiga en común, Kim Lee.

Historias que los muertos cuentanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora