KyungSoo suspiró, se quitó la chaqueta del traje que debía haberlo empujado al éxito, la tiró sobre el respaldo de una silla y automáticamente agarró el teléfono para devolverle la llamada a su madre.
Se detuvo en seco.
¿Qué estaba haciendo? Lo que menos necesitaba en aquellos momentos era una letanía de quejas seguida de un sermón sobre que tenía que buscarse un trabajo de verdad.
Primero se quitaría la ropa, se daría un baño caliente y comería algo. Después de todo eso, haría la llamada.
KyungSoo observó los carísimos zapatos, meneó la cabeza y los tiró a la basura. Preciosos, pero poco prácticos. Debería haberlo pensado dos veces antes de comprárselos. Las cosas hermosas, pero poco prácticas no estaban hechos para él. Ni ahora ni nunca.
No se había comprado aquellos zapatos para la entrevista, sino para el fin de semana que había ido a Aristo. Había pretendido tener una imagen sofisticada, pero tampoco entonces lo habían ayudado mucho. Quizá había parecido sofisticado, pero se había comportado como un... como un...
No. No iba a pensar en eso. Esa noche no. Este día lo había rechazado un falso francés; hacía dos meses, lo había hecho un arrogante aristiano. Era más que suficiente.
Se quitó el saco y la camisa, y se dirigió, descalzo, al rincón del loft que servía de dormitorio. Tiro sus cosas sobre el futón, se despojó de lo demás, agito su cabeza para darse cuenta de su cabello ondeado y luego se puso un prendedor para sujetar parte de su cabello, mostrando una imagen más natural en él.
Era la hora de la cena, pensó mientras se ponía unos pantalones de deporte y una sudadera, pero lo cierto era que la simple idea de comer le revolvía el estómago.
No era nada nuevo. Para colmo de males, llevaba más de una semana sin encontrarse del todo fuerte; no era de extrañar ya que media ciudad había sucumbido a la gripe. Seguramente él lo haría muy pronto, pero en aquellos momentos no podía permitirse el lujo de rendirse: tenía media docena de piezas que terminar antes de fin de mes.
Sus clientes esperaban puntualidad y él necesitaba el dinero que le pagarían al entregar las joyas.
Por tanto, no iba a pensar siquiera en la posibilidad de ponerse enfermo. Nada de eso. Simplemente estaba sometido a mucha tensión. La fatiga, la pesadez que sentía en las piernas y la ligera sensación de mareo que iba y venía...
Era estrés, sin duda alguna.
Se sentiría mejor en cuanto comiera algo, algo suave. Se había saltado el desayuno por culpa de los nervios y la comida había sido una ridiculez. Estaba claro que tenía que comer algo.
¿Sopa?, ¿huevos revueltos?, ¿un poco de queso?
Mejor pediría algo a Lo Ming, que estaba en la esquina de la calle. No le importaban las calorías, ni lo que costara. Comida china, después pondría la televisión, se acurrucaría en el sofá con una manta y se evadiría de todo...
De pronto sonó el timbre de la puerta.
¿Y ahora qué? Era tarde. ¿Quién podría ser a esas horas?
InSung, por supuesto. Seguramente habría llamado a HyoJin y ésta le habría ordenado que volviera a buscarlo e insistiera en que fuera a cenar con ellos.
Sonó el timbre de nuevo. KyungSoo esbozó una sonrisa, fue a la puerta y abrió.
—InSung —dijo—, tienes que aprender a aceptar un no por respu...
Kim JongIn, con la cabeza y los hombros cubiertos de nieve, esperaba al otro lado de la puerta. KyungSoo sintió que se le helaba la sangre.
—Buenas noches, señorito Do.
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Pasión de Diamante (Kaisoo)
Romance"Una familia real dividida por el orgullo y la sed de poder volverá a unirse gracias al amor y a la pasión." Do KyungSoo era un diseñador de joyas neoyorquino que luchaba por abrirse camino en el mundo de la joyería, y había llegado a Aristo con la...