Escuché la voz de Daniel junto a la puerta, sabía que había venido a frenar a su hermano con alguna escusa creíble. Noté cómo Abell chasqueaba la lengua molesto mientras me agarraba más fuerte, sentí como no tenía intención de soltarme, y yo tampoco. Me aferré más él, como hipnotizada, como si yo no pudiese controlar a mi cuerpo y que fuese él el que me moviese los hilos. Me acerqué más a su cuello y luchando para no hacer nada impulsivo le besé la curvatura de su cuello, mi esfuerzo fue en vano. Sentí como se excitaba más y me agarraba con más fuerza hasta que me empezó a doler un poco.
-Vamos hermano, ¿no te quieres unir a la fiesta? - dijo Abell a su hermano- la tengo en la palma de mis manos ahora mismo.
-Abell, sabes muy bien que no es correcto usar feromonas con los sirvientes del castillo, aunque debo admitir que tu propuesta es tentadora- contestó Daniel.
-Bueno, no creo que pase nada por hacerlo solo con una sirvienta, aparte que es nuestra, ¿no lo recuerdas?- dijo Abell.
-Sí lo recuerdo, pero bueno, ve con cuidado, no le hagas lo mismo que hiciste a la última sirvienta que te rechazó después de que usases está táctica- dijo Daniel mientras se acercaba a mi y a Abell.
Se puso en la zona donde estaba mi cabeza y se agachó cerca de mí, me cogió del mentón y me lo levantó, me miró profundamente con sus penetrantes ojos dorados un poco más oscuros que los de Abell. No pude resistirme y me agarré a su cuello haciendo que ese se cayese sentado en el suelo.
-Vaya, creo que te pasaste, está perdida y creo que no tiene consciencia de lo que hace- dijo Daniel.
-¿Qué más da? Devuélvemela, aún no he terminado- dijo Abell.
-No quiero- contestó Daniel mientras e cogía del pelo y me besaba con una intensidad brutal.
Abell se precipitó hacía nosotros y lo único que consiguió fue tropezar y caerse encima nuestra. Estaba acorralada entre Abell y Daniel y tampoco raciocinaba bien. Escuché entonces como Abell chasqueaba la lengua y se levantaba.
-Hala, ya está, has conseguido que me quiera ir- dijo Abell notablemente molesto.
-Pues vámonos- dijo Daniel.
-¿Y qué hacemos con ella?- dijo Abell.
-Tu la dejastes así, es tu responsabilidad, solo digo, en mi habitación no- advirtió Daniel.
En seguida vi como Abell se acercaba a mi y me ponía la mano en cima de los ojos, y a partir de ahí no recuerdo nada, solo un vacío, un negro e intenso vacío.
Al despertar estaba en una bonita habitación. Era una habitación amplia con una cama enorme y llena de detalles en oro. Me di cuenta que estaba en los aposentos de uno de los Lords, no sabía de quién pero decidí irme lo más pronto posible pues lo último que recordaba era como estaba ayudando a Abell a lavarse y este me había cogido y me puso encima suya y obligándome a seguir lavándole mientras me molestaba, después de eso perdí la conciencia.
Me incorporé en la cama dispuesta a irme pero antes de eso vi una nota encima de una mesita de noche que había al lado de la cama, en esta ponía:
"Cuando despiertes por favor baja al comedor principal, hablaremos de tus tareas con relación a los hermanos Dimitrescu, te estaremos esperando , firmado, Lord Dimitrescu"
En seguida, como si me hubiese pegado un susto, me levanto de la cama y me dirijo hacía la puerta, no podía ser que estuviese en la habitación de Lord Dimitrescu, no sabía exactamente porque había llegado ahí pero tan solo podía pensar en salir de ese sitio.
En seguida salí y bajé las escaleras para ir lo más rápido posible al comedor. Una vez estaba delante de la puerta dudé un poco en entrar y mientras estaba decidiendo si entrar o no empecé a escuchar voces.
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My Lord
RandomNacer con mucho talento para muchas cosas, el poder hacer cosas que la mayoría no puede y que todo el mundo sepa sobre esos talentos. ¿Qué me pasará una vez las personas importantes de mi pueblo se enteren de eso? ¿Qué me harán? Eso es lo que más me...