Capitulo 4: Revelaciones

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Desperté la mañana siguiente en aquel lugar donde me había quedado dormido después de haber llorado, ya sentía mucha apatía hacia la vida, pues no tenía parietes, amigos, o alguien con quien podría hablar. Salí del lugar, subí a mi auto y empecé a vagar por la carretera, no tenía rumbo fijo, mi mente era como un paisaje con una niebla densa, bastante densa... Una última idea me había surgido, regresar al hospital mental y hablar por última vez con la recepcionista pues tenia cosas que aclarar con ellas, así que de manera apresurada me dirigí al hospital, me bajé del auto y entre una vez mas al lugar.

- Disculpe señorita, tengo que disculparme con usted por lo de ayer, y vengo a buscar algunas respuestas.

- Como le dije ayer, no le puedo ayudar en nada

- Señorita, me temo que creo que su jefe esta muerto, no hay nada que pueda esconder más acerca de Nietzen.

- Lo mató... Ya lo veía venir, supongo que en algún punto tus creaciones se pueden volver contra tí.

Su respuesta me dejó sorprendido, ?¿a qué se refería con "sus creaciones"?, a lo que de inmediato pregunté.

- Espere, ¿a que se refiere con sus creaciones?

- El doctor Nietzel tenia ciertos "gustos" por la experimentación... Con humanos.

Me sentí bastante destruido en mi mente, si hasta ese entonces mi mente era un lugar de escombros ahora lo era más. Exhale un poco y la mirada la tenía tan perdida.

- ¿Entonces... Esta diciendo que ese maniático experimentó conmigo? - Dije con una voz entrecortada -.

- Me temo que así es, usted era un paciente cuerdo cuando llegó a este lugar en compañía de su esposa, según recuerdo era porque usted solo sentía demasiada presión por su trabajo...

- ¿Y que pasó? - Pregunté interrumpiendo su explicación -.

- Pues el doctor creó una enfermedad que usted no tenía para nada, el decía que padecía de un "problema de identidad".

Me puse demasiado pálido, tanto que juraría que mi tes había cambiado de un color blanco a grisaseo.

- Lo siento tanto señor, usted no merecía eso, el doctor lo trataba con antidepresivos que metía en frascos de medicinas para que no lo notara usted.

- Entonces... yo maté a mi esposa... - Dije susurrando -.

- De hecho... Ese es otro punto que iba a tocar... El doctor... Mató a su mujer, se obsesionó tanto con usted que no lo quería dejar ir, quería que usted fuera como su "obra maestra" de la demencia.

Un dolor tan similar al de una daga se sintió en mi corazon, me sentía como un títere de alguien.

- Usted no hizo nada malo... Nunca lo hizo, se veía tanto a su esposa... - Dijo la enfermera -.

Metí las manos a mi bolsillo y detecté las llaves, sin decir nada salí del lugar.

- ¿Señor? ¿Señor? Espere, no se vaya, porfavor no salga... - Insistía la mujer -.
Ignore cada palabra que dijo, subí a mi auto y comencé a manejar sin sentido fijo.
Ahora entendía bastante bien porque mi actitud en ocasiones era de odio, los antidepresivos habían alterado tanto mi carácter y humor que ya no era el mismo. Decidí ir al cementerio "Brookheaven" que estaba a unos cuantos km de distancia, solo para ver donde yacía mi esposa difunta, bajé del auto y emprendí un camino entre lapidas y ramas de árbol marchitas.

La pérdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora