𝕊𝕖𝕕𝕚𝕔𝕚𝕠́𝕟 ¦ ℍ𝕦𝕟𝕘𝕣𝕚́𝕒

🇭🇺ℰ𝓁𝓈ő🇭🇺

𝕰𝖑 𝖎𝖓𝖎𝖈𝖎𝖔

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El sol brillaba de manera gentil, en medio del enorme campo sumido bajo la luz del ocaso bonancible. La brisa soplaba, moviendo los plantíos de trigo que relucían con sus típicos colores áureos. La tranquilidad y el espíritu jovial abundaba en esas tierras, luego de haber estado sumido en el caos y la calamidad por muchos años atrás. Se trataba de las afueras de Budapest, capital de cierto país húngaro ubicado en Europa Central. Las aguas salíferas y reacias, típicas de los extensos mares no bañaban aquellos dominios que se hallaban subyugados bajo el dominio de cierta potencia que mantenía una disputa tanto ideológica como política, económica y social.

Pero todos estos aspectos, no eran impedimento alguno para que la regente de aquel estado se hallara sumida en medio de su sueño inmerso, que la alejaba del mundo tan movido en el que residía. Hungría era su nombre; pelo rojo, estatura promedio y ojos dorados cuan lingotes de oro. Vestía con un traje blanco y holgado, tendida sobre el pasto verde y las espigas de cereal en medio de la campiña. Estaba ajena al mundo, profundamente ensimismada en sí misma y su deseo de reposar. Los últimos acontecimientos que se habían llevado a cabo en su vida, habían ocasionado por consecuente un desgaste tanto en su mente como en su cuerpo. Estaba agobiada, cansada y con los músculos adoloridos.

Toda la tierra había salido de una problemática, que costó las vidas de millones de personas de diferentes países quienes sin importar sus orígenes, se arriesgaron para garantizar la seguridad de sus pueblos. Se suponía que a partir de ello, las cosas cambiarían. Todo tendría que ser mejor pero aparentemente, ese todo había sido dejado atrás como una simple mancha oscura que claramente no sería fácilmente borrable. Las cosas volvían a tornarse tensas para todos y ahora, la humanidad permanecía dividida en facciones.

Europa era muy probablemente el epicentro de esa división. Comunismo contra Capitalismo. Dos doctrinas totalmente distintas y que al final de cuentas buscaban no solo expandirse por todo el planeta. Existía mucho más en juego que una simple divulgación de idearios confrontados, quien alcanzara la victoria se llevaría consigo todo el poder y por ende, un nuevo orden mundial habría de restablecerse a partir de ello. Era como un enorme juego de ajedrez, en donde las superpotencias beligerantes competían entre sí, utilizando todo tipo de estrategias para alcanzar el codiciado predominio por sobre todos los países. Todos tendrían que bajar la cabeza ante el ganador, sin excepción alguna. Era en definitiva una realidad cruel, pero las circunstancias se estaban dando de esa forma.

Hungría era un estado satélite de la Unión Soviética. Lo había sido desde 1949, en donde el régimen de Moscú se había encargado de establecer toda su influencia sobre el país húngaro, mediante concesiones políticas que fueron en contra de la democracia que perduró por poco tiempo. Todo el sistema fue cayendo en manos de los partidos de orientaciones comunistas, quienes al final culminaron apoderándose del estado así como de todos sus aspectos. Todo cambió de un instante a otro y la húngara, no pudo hacer nada para frenar los planes del Kremlin bajo el régimen de Stalin y su mano de hierro en forma de ejército además de estado humanizado con el que oprimía a cualquiera.

La sujeción absoluta devino más tarde. Las persecuciones a personas influyentes y se abrieron campos de concentración, en un estado ya de por sí destrozado por la guerra. Los soviéticos también habían fichado a los húngaros en su lista de presas cuando el término de la Segunda Guerra Mundial estuvo más cerca que nunca. Arrasaron con ciudades enteras, sobre todo en contra de la capital de la nación y aún así, fueron condenados a pagar el precio que eso conllevaba, pagando miles de euros para favorecer a la URSS por haber participado en los movimientos de invasión liderados por la Wehrmacht.