𝕲𝖗𝖎𝖙𝖔 𝖉𝖊 𝖌𝖚𝖊𝖗𝖗𝖆
⚜
KGB recorría velozmente los pasillos del extenso palacio blanco ubicado en el Kremlin. Portaba aquel uniforme típico de su organización, con su piel blanca y sus ojos gualdos que contrastaban con el fino delineado natural rojo que hacía que sus ojos se vieran más afilados. El predominante corte en su ojo derecho solo lo hacía ver más intimidante, siendo por ende el iris de este mucho más claro que el otro. Llevaba consigo un vade de cuerina, en el que llevaba consigo toda clase de documentos e informes recibidos desde la ÁVH en Hungría.
Las cosas estaban un poco agitadas entre los socios del Pacto de Varsovia. Protestas y movimientos colectivos se llevaban a cabo en pro de un cambio a gran escala que implicara una liberación del poderío ejercido por su nación. Aunque ciertamente, el enfoque democrático que estaban teniendo los países en cuestión ponían en riesgo el poder que tenía su líder en toda la región. Lo de Polonia había sido solamente la punta del iceberg, que desencadenó una respuesta totalmente improvista y que se había mantenido fuera de sus cálculos.
Una insurrección en Budapest inició como una simple protesta pacífica comandada por la misma guardiana del estado satélite a favor de la URSS, los cuales exigían cambios a gran escala en su régimen político. Ellos ya no querían el socialismo; buscaban el estado de imparcialidad que habían venido tomando varios países los cuales, no parecían interesados en convertirse en meros objetos que las grandes potencias pudieran usar a su favor. Las ideas liberales en la nación húngara, no solamente ponían en peligro su mando y dirección sobre el territorio ya destacado, sino que podía provocar un efecto dominó que podría generar más oscilaciones en las mentes del populacho bajo su protección lo que desencadenaría más movimientos revolucionarios que fueran en contra de los objetivos establecidos por la Unión Soviética.
Era un riesgo demasiado alto que podía poner en peligro su hegemonía actual además de la estabilidad en su esfera de influencia. Estaban casi en la cúspide de todo, un paso en falso y muy probablemente todos sus esfuerzos se irían al caño. Sabía que el gran mariscal no estaba contento con los resultados, el imponente alado de la Hoz y el Martillo al enterarse de la noticia sobre las agitaciones y tensiones en la capital húngara mostró su desagrado e inconformidad sobre el tema. Lo que inició como una simple protesta pacífica, se había convertido en una lucha a mano armada en donde todos buscaban la manera de favorecer a sus beligerantes.
Occidente estaba centrado en una crisis de gran magnitud en Suez, por lo que los acontecimientos en Hungría estaba en segundo plano. La desaprobación de Moscú por lo ocurrido era indescriptible y no tardarían en reaccionar muy pronto. Era por esa misma causa por la que la KGB se hallaba en el área, recorriendo aquellos pasadizos tan extensos que hasta en un punto le parecieron interminable. Se detuvo entonces frente a las puertas de madera que eran resguardadas por soldados soviéticos de alto rango, quienes al verle reaccionaron por medio un saludo militar para entonces permitirle el acceso a su persona, anunciando en el proceso su llegada solicitada por el gran soviético que yacía en el interior junto con varios de sus hijos.
La familia euroasiática se encontraba sentada en una extensa mesa que contaba con dieciséis sillas repartidas a lo largo y ancho de la misma. En el extremo más cercano al recién llegado se encontraba el primogénito de la URSS mientras que en el otro se encontraba el sobredicho, firmando una serie de papeles al igual que el resto de sus hijos quienes parecían muy enfocados en su trabajo. Toda la consanguinidad vestía con gruesas gabardinas de piel crema a excepción del más longevo de ellos, el cual portaba su traje militar aunque no ocupaba de su gorro de plato, dejando entrever su pelo cobrizo peinado pulcramente hacía atrás, con su mirada terminando en el recién llegado quien se mantenía con altas expectativas de lo que su superior pudiera decirle.
ESTÁS LEYENDO
𝕊𝕖𝕕𝕚𝕔𝕚𝕠́𝕟 ¦ ℍ𝕦𝕟𝕘𝕣𝕚́𝕒
FanficUna chispa, por más pequeña e insignificante que sea, puede ser la causa principal de las más grandes sublevaciones. El pueblo toma las armas, cuando ve su libertad y derechos injuriados por los regímenes tiránicos. Asimismo, cuando el descontento c...