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Sintiendo las sábanas rosar en sus piernas, el Agreste junior despertó sintiendo que esa noche había soñado demasiado. Abrió los ojos y se encontró en su cuarto.

-Oh, entonces fue un sueño.

Dijo mientras se levantaba con un sentimiento de incomodidad a lavar su rostro, mirando con dolor de cabeza algo mareado su reflejo en el espejo.

-¿De qué hablas? ¿Te sientes bien?

Preguntó el kwami a lo que él le miró tomando su cabeza, cerrando los ojos con esperanza de dejar de sentirse de esa manera.

-No es nada.

Dijo al mismo tiempo que intentaba reponerse, escuchando tacones en el pasillo, sabiendo que Nathalie se acercaba. En cuanto entró, la mujer rápidamente notó que se encontraba mal.

-¿Pasa algo? ¿Quieres una pastilla?

Le preguntó la asistente, negando él antes de agitarse un poco y sonreír como si nada.

-Todo bien, Nathalie. Tal vez hoy dormí de más.

A la mujer no le quedó más que asentir y salir de la habitación, al mismo tiempo que acomodaba las cosas que veía fuera de su lugar a su paso, no sin antes decirle algo.

-Apresurate, tienes el tiempo exacto para llegar a la escuela.

Y salió mientras él tomaba la ropa de su cómoda y se cambiaba, para después tomar su mochila, notando algo diferente en las paredes.

-Oh, parece que cambiaron el tapiz.

Dijo alegre a su kwami que yacía en la chaqueta mientras salía en dirección al comedor en el cual no pudo siquiera sentarse, pues fue empujado al auto por Nathalie, solo entregándole una botella de jugo.

Pronto llegó a la escuela por lo que bajó del auto encontrando de primera instancia a Marinette. Sin pensarlo la saludó pero esta solo tomó su mano, la abrió, puso algo dentro y luego la cerró, para después tomar su rostro y darle un beso en su mejilla, saliendo corriendo en dirección al interior de la escuela, dejándolo sorprendido.

Rápido Agreste giró su mano y se encontró con una carta tan doblada que parecía un pequeño cubo, donde solo había un corazón rojo grande en el centro.

-¿Acaso es lo que creo que es?

Preguntó y el kwami salió observando aquello.

-Es obvio que le gustas.

Entonces sintió sus mejillas calientes y un sentimiento de felicidad enorme. Buscó con la mirada y dando un suspiro, sonrió.

-También te quiero.

Dijo dando una sonrisa, caminando con ánimo dentro de la escuela, esperando encontrarla dentro del salón.

Continuara...

Bien, este es uno de mis borradores que voy a subir por mi cumpleaños (que es hoy) pues estoy feliz y me siento con el suficiente poder de poder subir esta historia en la cual escribí cosas que no suelo escribir, dándome la oportunidad de innovar con contextos a los que no suelo llegar.

En fin, disfruten.

Sueño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora