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Leer bajo su propio riesgo.

Después de que el día hubiera pasado con tanta dulzura, ambos aún abrazados sobre el diván miraron que la noche había llegado.

-Parece que es algo tarde.

Dijo la azabache mientras tomaba otra galleta y la mordía, haciendo que el rubio asintiera.

-Cierto, tal vez es hora de que me vaya.

Dijo estando por pararse con desgana,  abriendo los ojos de par en par al sentir como su mano era aprisionada por la ojiazul, poniéndola en su corazón.

-¡Espera!

Exclamó sintiendola extremadamente acelerada, llegando a preocuparse un poco. Entonces miró como ella bajó la mirada y cerró los ojos como si estuviera tratando de sacar un poco de valor.

-Quédate... quédate toda la noche.

Le dijo al mismo tiempo que soltaba su mano y la dejaba deslizarse por sus pechos, sonrojandose al extremo por lo que estaba haciendo.

Él le miró a los ojos haciendo que su mirada despertara algo que ni él sabía que era. Solo sintió sus latidos acelerarse y su corazón bombear tan fuerte que hasta los sentía en sus oídos, golpeando violentamente en su pecho mientras sus ojos iluminados y levemente cristalizados pedían un permiso.

Ambos se juntaron al mismo tiempo y se besaron de una manera tan pasional que ni ellos mismos se reconocían mientras ella enredaba sus piernas en su torso y las manos del ojiverde acariciaban su cuerpo por completo, sintiendo una chispa nacer desde el centro de sus estomagos. Besos mojados por toda la piel blanca de la ojiazul, suspiros, sonrojos y miradas, el despertar de sus jóvenes cuerpos se manifestó esa noche.
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Mirar los amarillos tonos del amanecer iluminar las sábanas blancas con las que estaban tapados y un cuerpo a su lado dormido profundamente sobre su costado era la mejor imagen que el Agreste pudo haber tenido. La espalda blanca de la ojiazul pintarse de dorado y sus cabellos desordenados acomodarse en la almohada. Adrien dibujaba en los lunares de ella constelaciones, mientras miraba como la azabache comenzaba a removerse.

Una mirada coqueta por su costado y una sonrisa sincera, él no pudo más que tumbarse sobre ella mesiendola feliz y agradecido por todo lo sucedido. Tal vez habían ido rápido, pero eso no era malo después de todo, el tiempo en ellos no aplicaba pues sentían que lo suyo no era de solo esa vida.
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Comiendo los waffles de la masa que él había hecho, Agreste y Dupain sentados en el suelo miraban las noticias mientras se recargaban en la mesita de té de la sala.

-¿Y tu padre no preguntará por ti?

Fue la pregunta de la ojiazul que buscaba un mejor cojín donde sentarse, a lo que él negó.

-No tengo idea, ahora no quiero saber de él y despertar de este hermoso sueño.

Dijo ligeramente extrañado, pues no tenía noticias de su papá y eso era realmente raro. Meh, no le disgustaba en lo absoluto.

Pronto dio la primer mordida a los waffles y dio una mueca.

-Jamás me vuelvas a encargar el desayuno, están insípidos.

Continuara...

Pues ya estoy lo suficientemente grande como para escribir lo que yo quiero :D Además supongo que algo bueno tiene que tener esta historia MUAJAJJSJSJSJSJ.

En fin, disfruten mientras puedan MUASJJSJSJSJJS.

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