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Escuchando como su amada tarareaba una canción, el Agreste cerró sus ojos y dejó caer su cabeza en el regazo de Marinette, mirando al amor de su vida sin aliento. Ella removió sus azabaches cabellos y le miró con ternura, enmarcando las facciones de su cara con sus dedos, sonriendo tras cada cariño que le daba.

-Te amo.

Le dijo aún entre sus brazos, admirando una sonrisa sonrojada mostrarse en sus labios, antes de acercarse a besarle.

-Y yo a ti.

El cielo se veía azul por la ventana, había mucha calma en París, estaba en los brazos de Marinette, se sentía tan pleno y libre. Quería estar de esa manera el resto de su vida. Su calidez, su amenidad, ella misma, era todo lo que quería. Paz.

De la nada una alarma comenzó a sonar en el escritorio y el ojiverde sintió como la azabache se separaba de él, mientras tras un último beso en su nariz se levantaba, dejando caer su cabeza sobre un cojín.

-Espera, voy a apagarla.

Él asintió y cerró sus ojos, pero el sonido contrario a lo pensado, se volvió más fuerte, siendo imposible abrir sus párpados.

Entonces se removió un poco y sintió las sábanas rosar en sus piernas. El Agreste junior despertó sintiendo que esa noche había soñado demasiado. Después de trabajo abrió los ojos y se encontró en su habitación, solo y sin Marinette.

-Oh, entonces fue un sueño.

Dijo mientras se levantaba con un sentimiento de incomodidad a lavar su rostro,  mientras escuchaba como Nathalie se aproximaba por el pasillo para llevarle su comida, regresandose raramente por donde venía.

Una lágrima caliente se deslizó por su mojada mejilla y con dolor frente al espejo se abrazó a si mismo mientras recordaba con tristeza como su cabeza le había hecho el mejor pero más cruel de todos los regalos: un sueño donde aún tenía una vida normal, donde aún estaba con Plagg y donde Marinette aún seguía viva.

Llevaba tres meses encerrado en esa habitación solo mirando por la ventana el cielo apocalíptico del cual su padre era responsable, así como de la ruptura del miraculous de Marinette y de su misma muerte. Sentía que era un dolor asfixiante, una rabia latente, una vida larga y feliz por vivir rota por la maldad de un cobarde que no supo respetar la frescura de sus años ni mostró un mínimo de piedad al siquiera descubrir que era alguien a quien su hijo amaba ¡No tenía porqué haberla matado, a nadie!

El ojeroso rubio suspiró mientras limpiaba sus lágrimas tomando entre sus manos los listones rojos que la ojiazul llevaba el día de su muerte mientras los besaba una vez más. Le faltó tanto por vivir y hacer.

Era una lástima que no se pudiera vivir a base de sueños, así que no había nada que pensar. Con pesadez subió al segundo piso de su habitación mientras sentía su delgado cuerpo casi desfallecer por la leve inanición que por depresión llevaba, cerrando sus ojos recordando los buenos momentos de su sueño, mientras poco a poco enredaba un cinturón en su cuello, sonriendo mientras lloraba fuertemente llegandole a la mente todo lo perdido.

Los minutos pasaron y Nathalie después de tiempo entró con el desayuno, dando un grito sonoro al ver al rayo de sol de ese hogar, frío y sin vida.

Fin.

Me están odiando ¿cierto? Esa es la idea >:D

Al principio iba a ser una historia donde Adrien siendo sentimoustro iba a ser manipulado por Gabriel a un punto de no recordar nada porque el que tiene su amok se lo ordena y todo iban a ser flashbacks, pero empezaron a decir que todo era un sueño, así que mejor decidí darles gusto MUAJSJSJJSJSJSJS >:)

Lo demás de muerte son por mis muertos plot twists :"(

En fin, es el fin, odienme, me lo merezco.

Sueño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora