En cuanto el pie de Adrien estuvo fuera del coche, el caminar disimulado y apresurado del Agreste se dirigió hacia la panadería, negando con frustración al verla cerrada. Fue entonces cuando recordó algo, cerrando sus ojos con enojo.
-¡Como pude olvidarlo, Marinette comentó en clase que viajaría a China hoy!
No recordaba el momento exacto de cuando ella lo había dicho, pero lo sabía con certeza, sintiéndose realmente idiota por olvidarlo.
Con melancolía miró hacia la ventana de su habitación, esperando poder encontrar las palabras indicadas para el momento en el que volviera a verla, pero de la nada esa misma ventana que miraba entre suspiros fue abierta, haciendo que el rubio diera un ligero salto pues no se lo esperaba. Una sonrisa de oreja a oreja lo invadió, pues se trataba de nada más y nada menos que de Marinette quien la abrió para regar las macetas de su jardín flotante ¿Desde cuando tenía macetas?
No le importó, sin pensarlo tocó el timbre de la otra entrada, esperando que alguien le abriera. Para su mala suerte nadie le abrió.
Sacó su celular pero por más que ponía la contraseña, la ponía equivocada, bloqueandose al instante pues seguro sus nervios le impedían hacer aquello. Cierto ¡Su celular no servía! Así como desgraciadamente para él en esos momentos, todos los aparatos inteligentes a su alrededor.
-¡Marinette!
Gritó y nadie abrió. La ventana estaba cerrada una ocasión más y tenía la ligera sospecha de que ella no lo había visto afuera. Suplicante el ojiverde miró a Plagg y rodando los ojos traspasó la entrada, no sin antes decirle algo.
-Bien chico, vamos a espiar a la chica.
Esperó unos minutos y finalmente el kwami regresó
-No hay padres y Marinette está escuchando música triste mientras llora y come helado.
Dijo mientras regresaba, haciendo que Adrien negara recargandose en ese árbol que... ¿desde cuándo había un árbol ahí?
El rubio negó.
-Necesito hablar con ella ahora. Plagg, porfavor abre la puerta.
Le dijo mientras se acercaba a la entrada, observando como el kwami sorprendido se mostraba ligeramente renuente.
-¿Vas a entrar a su casa?
El ojiverde asintió.
-Necesito que sepa que nada de lo que escuchó es cierto. Por favor, te lo suplico.
La criatura se tomó unos segundos para pensar pero al final asintió y abrió la entrada. El Agreste subió las escaleras y entró a la sala. No había nadie tal como Plagg lo había dicho, entonces subió a la recámara de Marinette y entró de golpe.
-Tenemos que hablar.
Continuara...
Inhalo paz, exhalo amor. Saben qué, sus comentarios me dieron una GRANDIOSA IDEA. Si, tal vez me enojé un poco al principio porque era justamente lo contrario de lo que quería transmitir, pero después una idea extraordinaria me llegó y... MUAJJSJSJSJSJSJSJJSJS ya verán.
Ya no soy la dulce Paulette y mucho menos una iglesia, primer aviso.
Solo sé que sus deseos son órdenes.
En fin, teman.
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Sueño
HumorNo había nada de lo cual preocuparse pero nada tenía sentido, esa mañana que parecía y sentía ser igual a las demás, no le terminaba de cuadrar a Adrien Agreste.