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En realidad no tenía intenciones de cobrarle esos tragos, pero, un par de días después, al terminar mi turno, estoy siguiendo la dirección que me envió al teléfono para llegar a su estudio.

Y ahora él está frente a mí, vestido, otra vez (a este punto no debería ser una sorpresa) como yo: jeans negros gastados, las mismas vans de siempre y una sudadera gris. Gris. ¡Gris! Antes de venir intencionalmente intenté romper esta extraña concordancia implícita colocándome un suéter viejo de Declan que me queda tres tallas más grandes, pero, por supuesto, este tarado tiene una igual. Y decidió ponérsela justamente hoy.

Quiero decir, uhm... ¿Qué demonios?

Estoy sentada en una de las sillas de su estudio que dispone para los clientes. Tengo el catálogo de diseños sobre mi regazo y debería estar ojeando las opciones, pero no puedo evitar enfocar la vista en nada que no sea él, tan cerca de mí. Revisa sus implementos con paciencia y seriedad. Su ceño fruncido estudia la aguja conectada a la pequeña pistolita mientras ilustra el mango alzándola un poco para examinarla mejor a la luz.

Encorvado en su banquillo, casi de espaldas a mí, no tiene idea de que le estoy observando.

(No sé por qué le estoy mirando.)

(Bueno, vale. Esa es una mentira. Lo sé perfectamente.)

(Harry es el chico más apuesto que he visto en mi vida. Peor aún, es el hombre más amable que he conocido en mi vida. Cada vez que me mira sonríe como si alegrara de verme)

(Joder, estoy mintiéndome en tantos, tantos problemas.)

Necesito romper el silencio. No es incómodo, pero no puedo soportar estar tan tranquila.

—¿Qué pasa si no me gusta?

—¿Ya has escogido un diseño? —no se da la vuelta. Sigue enfocado en las armas con las que estará marcándome en unos minutos. Es inquietante lo mucho que me atrae la idea.

—No.

—Escoge uno.

—¿Y si no me gusta lo que haces? ¿Qué pasa si me haces un tatuaje horrible y quedo marcada con tu mediocridad para siempre? No creo que nuestra amistad sobreviva a eso.

Sonríe. Medio se gira a verme y niega con la cabeza antes de volver con sus cosas.

—¿Qué?

—Acabas de decir "nuestra amistad" —se ríe—. Es la primera vez que me llamas amigo.

Ah, vale.

Necesito salir corriendo de aquí. Si me doy prisa, puede que alcance la muerte en la intercepción con Broadway a unas cuantas calles.

Gracias al universo, no vuelve a girarse para verme sonrojar.

Clavo la vista en el catálogo y paso la página viendo sus propios diseños. Harry trabaja con otros dos tatuadores, según me ha contado, pero no están aquí. Son casi las tres de la mañana.

Le dije que podría esperar a mi siguiente día libre, pero él dijo que no tenía problemas con esperarme un rato.

Así que aquí estoy, con Harry Styles, en un pequeño estudio de tatuajes de Nueva York con luces de neón moradas empotradas en las paredes a las tres de la mañana.

Realmente, realmente necesito un trago.

—Quiero una mariposa.

Siempre he querido una mariposa.

—Vale. ¿En dónde?

—En el estómago, al principio. En medio de mis costillas.

Esta vez se ríe con ganas.

Lost Stars (HS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora