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Me despierto con un taladro incrustado directamente en mi cerebro.

Creo que me quejo en voz alta.

Poco a poco voz abriendo los ojos, digiriendo la luz que se cuela por todas partes, hasta que finalmente enfoco la vista.

Él está sentado sobre la mesita de café, frente a mí.

—Vale, Harry, necesito que me hagas un favor—mi voz sale rasposa—. Me subirás a un auto y que conduzcas hasta el jardín más cercano. Luego procederás a cavar un hoyo de tres metros de profundidad y me arrojarás en él. Entonces, volverás a llenar el hoyo con la tierra removida y todo esto quedará sepultado, ¿de acuerdo? No gritaré, lo prometo.

Él me mira como si no supiera qué hacer conmigo.

—Buenos días, Harriet.

—Púdrete—me lanzo la almohada contra el rostro.

—No tengo prácticamente nada en la alacena, pero puedo preparar huevos revueltos.

Hago un ruido de disgusto amortiguado por la almohada.

—¿Panqueques?

—Qué horror.

—¿Tostadas?

Voy a decir que no, pero me aguanto. Tengo ganas de salir corriendo hasta la NASA y pedirles que me catapulten hasta la galaxia más lejana, pero en cambio, aparto la almohada de mi cara lo suficiente como para verlo a los ojos.

Tengo pequeños flashes en mi cabeza de la noche anterior y es suficiente para saber que la embarré hasta el fondo. Aun así, él está aquí y se está ofreciendo a prepararme el desayuno.

Deduzco que mi mejor opción en este momento es aprovecharme de la amabilidad de Harry hasta que decida botarme de su casa y de su vida.

—Tostadas suena bien.

—Excelente—sonríe—. En el baño hay toallas por si decides ducharte. Cosa que recomiendo, porque apestas a cigarrillos y francamente estoy volviéndome loco.

—Gracias.

—¿Quieres que te preste un pijama?

Asiento un par de veces.

—Lo dejaré sobre la cama. Puedes alistarte en mi habitación.

Estoy tan increíblemente desmoralizada que no podría hacer un chiste de esa frase.

Así que me levanto y dócil voy hasta su baño. Anoche vomité aquí y él sostuvo mi cabello mientras lo hacía. Joder, cada vez que creo que he tocado fondo desbloqueo un nuevo sótano y sigo bajando.

Evito mirarme al espejo mientras me desvisto y me paro bajo la regadera. Dejo que el agua corra sobre mí hasta que empieza a salir fría.

Genial, también le estoy gastando el agua caliente. Soy el mejor huésped que este chico ha recibido jamás.

Me enjuago la boca un millón de veces. Aplico jabón sobre mi cara hasta que estoy segura de que la noche de ayer no sigue tatuada en mi apariencia. No reparo en mi cabello, solo dejo que se moje tanto como sea posible. Una vez envuelta en una toalla, salgo.

El pasillo está vacío y escucho movimiento en la cocina. Aun así, me apresuro a encerrarme en su habitación.

Sobre la cama hay un pantalón de pijama azul y una camiseta blanca. También hay unos bóxers.

—Maldita sea.

Me coloco todo, tomo unas cuantas respiraciones para infundirme valor y luego voy hasta la cocina.

Lost Stars (HS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora