6 La hipocresía del alcalde

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Hola a todos, aquí Coco, quien ya está lista *w* Lista para una de las mejores fiestas del año, ¡síiiiii! XD No importa si celebras Halloween, o el Día de los Muertos, ¡o ambos! Todos sabemos que las puertas al más allá se abre, es tiempo para jugar y disfrutar, ¡y las personas traviesas lo sabemos muy bien! ^3^ Y ya sea que pidan "deme para mi calaverita" o "dulce o truco", de cualquier forma su servidora está lista para darles lo que piden con una nueva ración de mi especial de octubre. 

Espero que les esté gustando mucho, a mi me ha encantado hacerlo, y cuéntenme: ¿qué otros planes tienen para mañana y pasado mañana? ¿Saldrán, fiesta, maratón de películas, algo más? ¡Compartan la magia y la emoción! ^w^ y por supuesto, disfruten de este nuevo episodio. Ya saben qué hacer, ¡buajajajaja! <3 

***

—Sí. —Lo seguiría. Lo acompañaría hasta el fin del mundo, al más allá, al infierno. No importaba el lugar si estaba con él. Casi flotando, como entre nubes y sueños, él la llevó a una carpa roja con dibujos de lunas y soles, iluminada tenuemente con velas y adornada con cristales y cuentas en el techo. En cuanto la pesada tela de la entrada se cerró, fue como si ellos se hubieran quedado solos en el mundo. El silencio solo era interrumpido por trinos de pájaros y una lejana flauta, sus fosas nasales estaban inundadas con aroma a pino y a la esencia varonil de él, lo único que sus ojos podían ver eran sus gentiles facciones, y su sentido del tacto estaba completamente saturado por la cercanía de su cuerpo, su calor y firme tibieza.

—Estás cansada —dijo haciendo que se tendiera con suavidad entre cobijas y almohadas en el suelo—. Hoy, yo me encargo de todo.

—Espera... —gimió ella. Pero él ya había empezado, y no había marcha atrás. La desvistió con lentitud, casi con ternura, dejando besos húmedos sobre su pálida piel mientras soltaba gemidos de deleite. Al dejarla como vino al mundo, se separó de ella un instante para hacer igual consigo mismo, y al quedar ambos cuál Adán y Eva, comenzó con las caricias que la enviaban tanto al averno como al paraíso—. Ahhh... ¡Aaaahhhh!

—Elizabeth... —Los labios sobre su pezón eran tan dulces y tiernos como los de un niño al que estuviera amamantando, pero el hambre con que eran comidos pertenecía a un hombre que sentía una gran pasión por ella. Sus manos de elegantes dedos la recorrieron desde la punta de sus cabellos hasta el último de los dedos de sus pies, y cuando estos aferraron sus rodillas para abrirle las piernas, ella descubrió que era incapaz de ofrecer ninguna resistencia—. Tu aroma me enloquece, Elizabeth. Quiero tener tu sabor en mi boca, quiero devorarte una vez más...

—Meliodas... —Era extraño. Aquella era la postura en que la había tomado por primera vez y, sin embargo, todo le parecía diferente. ¿Qué era aquel sentimiento tan fuerte que había surgido entre los dos? ¿En verdad existía? ¿O solo era un dulce truco de magia del día de brujas? ¿Él también lo sentía, o solo estaba en la imaginación de ella? De todas aquellas preguntas, solo la última fue contestada—. ¡Kyaaaaah! —gritó la albina al sentir como se corría y sus jugos explotaban en la boca del rubio, que se relamió con glotonería gimiendo, jadeando y mirándola de una forma que la hizo estremecerse. La miraba como a una diosa, su expresión de adoración era igual a la forma en que ella lo había estado mirando los últimos días.

—Eli... más... ¡Más por favor! —Arrastrándose sobre su cuerpo para quedar encima, se colocó entre sus piernas mientras besaba su frente e inhalaba el aroma de su cabello—. No es suficiente. Quiero más, ¡lo quiero todo de ti!

—Uhmmm... —Esta vez entró en ella de modo más suave, y cuando empezó a ondular las caderas, fue como si ambos estuvieran en el agua.

Su largura tocaba su fondo, lo acariciaba, lo encendía y dejaba ardiendo al momento de retirarse. Su grosor la hacía sentirse llena y completa, el palpitar en ambos los hacía estremecerse de forma sincronizada. Nuevamente alcanzó el éxtasis, y cuando creía que con eso sería suficiente para empezar su misión, sintió cómo él la abrazaba por la espalda, acostándose a su lado como harían dos esposos que llevan juntos muchos años. Volvió a penetrarla una vez más, y está vez, cada golpe de cadera fue acompañado de besos en su espalda, cuello, boca y cara. La mano sobre su pecho, su barbilla sobre su hombro, su virilidad dentro de su sexo. Le pareció que así era exactamente como debía ser, ese era el orden natural de las cosas. Cuando el rubio vertió su semilla en ella, ya no fue solo oscuridad lo que la colmó. Fue como si su interior hubiera sido llenado de estrellas, como si la oscuridad de la noche y la vía láctea se le hubieran metido dentro. Cuando recobró la conciencia y se encontró mirándolo, este nuevamente le sonreía como un demonio.

La venganza de la Bruja - Especial de Halloween 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora