Capitulo 1

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—Ai—habla Yoshida el mejor amigo de papá a través del teléfono—mañana empiezas las clases—me recuerda y suspira,  se que se viene un sermón, desde que quedó como tutor mío se la daba de consejero muy seguido—se que es una nueva etapa, y las cosas que pasaron hace que no sea menos fácil—suspiro esta vez yo—pero has tu mejor esfuerzo ¿si?— termina, no lo mal entiendan, no me cae mal, quiero decir es la persona más cercanas incluso la única  que tengo en estos momento, pero me sobre protegía y la verdad demasiado, tanto que me ahogaba.

—Si, si tranquilo, voy mañana—revoleo los ojos, aunque claramente él no me veía, ya era la tercera vez que me obligaba a confirmar.

— nos vemos mañana en la escuela, y no llegues tar...—lo último que escuche, porque ya había colgado, me estire en la cama, ahora tenía que hacerme algo para comer, eran las diez de la noche y mi panza rogaba por algo de comida.

—Agh—me lamenté, haciendo un esfuerzo por pararme—se acabaron las vacaciones—me estire nuevamente, y comencé a caminar a la cocina—mañana empiezo en una nueva escuela, nueva ciudad, nueva gente, bueno eso me alegraba, nuevo todo—tome un sartén, y saque una cebolla, después de pelarla comencé a picar, por ende, a llorar, lástima que casi todas las comidas llevarán cebolla.

La verdad era todo nuevo para mi, y mentiría si dijera que no estaba asustada, incluso no había pasado tanto tiempo de lo ocurrido, me sentía sola, y abrumada por todo, pero tenía, no, debía ser fuerte y salir adelante, costara lo que costara, por ellos, lleve la cebolla a fuego lento con aceite, tome unos huevos, mientras que se cocinaba la cebolla, fui al comedor y coloqué música, no tan alta como me gustaba, por la hora, tome al volver, una cuchara de madera, la sal y algunos condimentos, rompí los huevos en un bol y los revolví, cada tanto revolvía las cebollas para que no se pegaran, volvi con los huevos echándole sal y condimento, cuando ya estaba la cebolla le eche los huevos, el olor que emanaba más me abría el apetito, había estado del mediodía lamentando mi vida acostada pesadamente, que hasta esta hora había recién decido hacer algo, coloqué pan a calentar.

Me senté en la solitaria mesa del comedor, dejando el sartén en esta, y me senté, de repente me venían recuerdo de ellos, de sus risas, y de sus charlas, se me estrujaba el corazón, hice mis pensamientos y recuerdos a un lado comiendo en un completo silencio, para mala suerte mía se había quedado sin batería el parlante.

Escucha a lo muy lejos la alarma, la apague por enésima vez, me estire, ya se me hacía tarde, miré la hora, eran las siete y media, me levanté arrastrando los pies, directo al baño, pasado los veinte minutos, hice mis necesidades, lave mis dientes, mi cara y un intento de delineado para disimular mi cara demacrada, salí de este, comencé a cambiarme, esta vez no tardé demasiado, lista con mi uniforme, no tenía tantas ganas de peinarme, así que acomode los pelos con la mano, fui a la cocina preparé el desayuno y desayuné tranquilamente, eran ya las ocho y cuarto, cuando salí de casa, llegue a la escuela ocho y media, nada mal para no hacer nada de ejercicio, había ido caminando.

—Tsk—chasque la lengua, en la primera y segunda lista de los nombres por curso, no se encontraba el mío, había molestado tanto que viniera Yoshida a la escuela, pero nunca me dijo en que curso estaba—acá estoy—digo aliviada de encontrar al fin mi nombre, me mareaba al leer tantos nombres—1-3, espero que sea una buena clase, y que nadie me conozca ¡Vamos allá! —habló sarcásticamente, me había acostumbrado estos últimos dos meses a hablar sola.

—Buenos días—habla el profesor parado al lado de su escritorio, cuando yo abro la puerta con demasiada fuerza haciendo bastante ruido, obvio sin querer.

—Buenos días—digo con media sonrisa, tímida. Mala idea de llegar tarde el primer día, voy y me siento en el único lugar disponible, ni muy adelante, ni muy atrás, y al lado de la ventana, me había tocado un buen sitio. Miro a la pizarra, leo lo que está escrito, al parecer aún se estaban presentando, y parece que iban por mi fila, se presentaron el chico y la chica que estaban adelante mío, ahora era mi turno.

Eras solo TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora