la cama

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La cama estaba siendo testigo de mi cuerpo y el tuyo a medio desvestir,
 de como tú lengua jugaba con mis emociones,
mientras la mía trataba de adentrarse en lo más profundo de ti,
insistente en su tarea pero sin ápice de desistir.
Me estremezco con cada lametón,
con cada caricia propiciada por tú lengua y en venganza,
entierro mi cara en tú sexo haciendo cada labio uno con los míos,
jugando con esa pequeña semilla que te hace volver loca e introduciendo mi lengua nuevamente hasta oír tus gemidos entre dientes,
 disfrutando tú sabor,
el rencor de tus lametones y los espasmos que mi lengua te causaban. 


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