Un finde semana tranquilo, las 4 de la tarde y recibo tú llamada, hasta ese punto normal, menos por lo que dices, que es que vaya a verte en ese mismo.
Camine inquieto por saber que ocurría, llame a tú timbre y abriste sin preguntar.
Ya en tú puerta, la cual estaba entre abierta, no se veía nada. Algo malo había pasado, todo estaba a oscuras y caminaba hasta tú habitación a tientas.
No sentí nada raro hasta que en medio de la oscuridad note tus manos calientes sobre mi pectorales y tus pechos contra mi espalda.
Tus manos se deslizaron por mi cuerpo hasta agarrarla con decisión y acariciarla y justo cuando me iba a girar sujetaste mis manos contra mi cuerpo, el mensaje estaba claro, esa tarde ibas a tomar las decisiones. Ya mi vista estaba Acostumbrada, y solo veo un pequeño tanga y el pelo que te cubre el rostro.
Me encanta lo que veo y dejo que me tomes a tú gusto, me empujas contra la la cama y te sientas encima metiendo la poco a poco y siento como estas de mojada sonríes y te hundes de golpe con mi polla dentro mientras siento como chorreas.
Pese a que no puedes coger mucha velocidad a tú ritmo te ayudo y te fuerzo a descender para que entre cada vez con más fuerza y por lo tanto te entre más a fondo, mientras te tapo la boca por la espalda consiguiendo que por más fuerte y más adentro que te entre no puedas gritar por lo que te ves a reprimir tus gritos con arañazos en mi piel que pierden fuerza con cada nueva embestida.