Inui busca un regalo para Draken

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Inui chasqueó la lengua molesto por quinta vez en lo que iba de la media hora que llevaba caminando sin rumbo por la plaza comercial. Se había olvidado del cumpleaños de su amigo y colega, otra vez.

No le extrañaba, nunca había sido bueno memorizado fechas, sin embargo, se había prometido que esta vez sería diferente y le daría un buen regalo, tal vez así se olvidaría un momento de su antiguo mejor amigo.

Estaba frustrado, probablemente todos lo estaban. Desde que Mikey se había ido Draken había perdido un poco de su luz, pero nada tan grave como para preocuparse, sin embargo, los últimos días todo había empeorado.

Draken no podía pensar en nada más que en él. Inui estaba harto de tener que escuchar Mikey esto y Mikey aquello durante el trabajo, además de que éste había aumentado porque Draken se atrasaba en los encargos y reparaciones.

No había querido tomarle mucha importancia, desde que trabajaban juntos se había dado cuenta de que al menor le daban sus pequeñas rachitas en las que extrañaba a Mikey como si éste se hubiera muerto.

Inui sabía que no era así porque por pedido de Draken conservaba el número de Kokonoi. Y todo era: “Inui, pregúntale a Koko si Mikey está bien”, “Inui pregunta si Mikey está comiendo”, “Inui pregunta si Mikey está durmiendo bien”, “¿Quien lo despierta?”, “¿Quien lo peina?”, “¿Sigue teniendo su manta?”, “¿Sigue del mismo tamaño?”, “¿No ha enfermado?”

Inui jamás se hubiera imaginado que sus conversaciones con su ex mejor amigo se reducirían a un juego de preguntas y respuestas sobre la condición de Sano Manjiro.

Y lo peor de todo es que el bastardo hijo de puta de Kokonoi le cobraba por cada pregunta que hacía. “Por eso no tienes novia”, se burlaba cada que Draken le transfería dinero.

Pero todo eso tenía que cambiar, preferentemente antes de que comenzaran a perder clientes en el taller. Es por eso que Inui se había prometido encontrar el regalo de cumpleaños perfecto.

Afortunadamente ese día entraba hasta la tarde al trabajo, por lo que le daba tiempo de comprar algo antes de encontrarse con Draken. Así que dio cinco vueltas por la plaza y terminó comprando una chaqueta de cuero con un Dragón verde en la espalda.

Tal vez podría convencer a Draken de que fuera a dar una vuelta en su vieja motocicleta hasta que Mikey fuera expulsado de su corazón hasta el próximo año, o agosto, porque Draken seguía recordando que Mikey cumplía años ese mes.

Incluso si solo fuera una semana, Inui estaría agradecido de no tener que fingir que no notaba como Draken lo miraba cuando estaba trabajando de espaldas a él. Una vez incluso había acariciado su cabello mientras susurraba que lo extrañaba, e Inui había estado a punto de raparse ese mismo día.

Tal vez una cita con el psicólogo sería mejor regalo. Si no supiera que a Draken antes le gustaba la hermana de Mikey, juraría que estaba enamorado de él. Pero por ahora sólo lo catalogaba como trauma y dependencia.

Envolvió la chaqueta en una de esas tiendas de regalos y luego caminó hasta la calle que llevaba a su departamento, fue entonces que lo vio.

Si Inui tuviera que describir su encuentro, probablemente sería como predestinado, eso o se cargaba una jodida suerte que tal vez debería de ir a comprar un boleto para ganar la lotería.

Era una especie de pomerania, seguramente una cruza con algún perro callejero, sino no estaría en pleno callejón, sucio y con el pelo hecho mierda.

El animal lo miró fijamente, e Inui tuvo una revelación, se acuclilló y extendió una mano, llamándolo.

—Ven perrito, ven, ven, ven.

El perro le mandó una mirada de desprecio y luego le dio la espalda, pareciendo dispuesto a seguir su camino, pero Inui no pensaba dejar ir su oportunidad de conservar su empleo, por lo que se apresuró a tomarlo con las manos.

El perro se sacudió lanzando mordidas y gruñendo furioso, Inui se sorprendió de la fuerza que el pequeño animal mostraba, y se preguntó cómo podía albergar tanta rabia dentro de ese cuerpecito delgado y peludo.

—Tal vez deba llevarte primero a que te pongan la vacuna contra la rabia, pequeña ratita enojona.

Inui se llenó de mordidas y rasguños, pero se negó a soltarlo. Estaba seguro de que Draken pasaría mucho más tiempo preocupándose por ese mugriento perro en lugar de por Mikey.

Llevaba rato queriendo escribir algo de Mikey perrito, estoy muy felíz. Y sí, ya sé que tengo que continuar con las otras historias, pero una más no hace daño.

Feliz Halloween.

Regalo de cumpleaños || DraMiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora