De compras

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Draken tomó al cachorro que temblaba del enojo en sus brazos e hizo una mueca por las marcas de rasguños en el rostro de su amigo.

—Eso te pasa por molestarlo, Mikey también tiene sentimientos. —defendió.

—Claro, sobretodo sentimientos. —bufó rodando los ojos. Sentía como toda su cara ardía y su mejilla se hinchaba como si le hubieran dado un puñetazo. —¿Cómo puede tener tanta fuerza estando tan pequeño?

¡¿Cómo me llamaste?! Mikey volvió a agitarse queriendo continuar con su desahogo sobre la cara de Inui. Draken sonrió. —Tal vez no le gusta que le digan que está chiquito.

—Pues debería de aceptarlo, esa cosa mide como treinta centímetros nada más.

—Suficiente. Deja a Mikey en paz.

Inui alzó las cejas son sorna. —Amigo, llevo diciéndote lo mismo desde que comenzamos a trabajar juntos. —Draken lo ignoró tomando su mochila de sobre el escritorio. —¿A dónde vas?

—Mikey y yo iremos a comprar algunas cosas, quedas a cargo. —dicho esto metió al cachorro dentro de la mochila y la dejó lo suficientemente abierta como para que se pudiera asomar hacia afuera.

—Se te va a escapar.

—Cállate.

¡Sí, cállate! Mikey le gruñó y luego sacó la lengua para molestarlo. Inui abrió la boca indignado, viendo como su amigo se iba con el cachorro a cuestas.

Mikey se sentó y mantuvo la cabeza fuera de la mochila, echando un rápido vistazo al taller, él sabía que Draken siempre había querido trabajar en uno, pero seguía siendo sorprendente lo lejos que había ido ese sueño.

Incluso él debía dejar de lado a su querida CB205T por lo peligrosa que era su vida y solo salía con ella algunas veces al mes. Suspiró en el mismo momento en que salían del local. No caminaron mucho, solo algunas cuadras, pero Mikey lo había sentido como una eternidad, una donde había sido acosado hasta por los niños. Él ya sabía que era bonito, hermoso, precioso, una maravilla con pies (patitas), pero eso no le daba derecho a nadie de querer tocarlo.

—¿Come dulces? —preguntó un niño en brazos de su madre, sus manos tenían una pequeña bolsa de caramelos y cosas que te darían diabetes en algún momento. Mikey sintió que por fin alguien miraba más allá de su aspecto divino, y estirandose en dos patas ladró contento.

¡Sí, sí como!

—No creo. —Draken sonrió educadamente, pero temiendo que el cachorro mordiera al niño cambió la posición de la mochila para llevarla a su pecho y asegurar al perro.

Mikey alzó la cabeza para verlo y juzgarlo. ¿Tú qué sabes? Eres un idiota, Ken-chin.

Vio con dolor en sus ojos como Draken se lo llevaba de ahí, alejandolo del niño con dulces. El hombre sonrió mirando la expresión decaída de su cachorro al momento en que entraban a la veterinaria.

—Oh, pero si es el mismo cachorro de antes. —el encargado sonrió con pesadez. —Buen día.

Mikey escuchó la voz del hombre y se removió ansioso. ¿Por qué estaba de nuevo en ese lugar infernal?

—Hola. Vengo a registrarlo. —Draken sacó al escurridizo cachorro de la mochila y lo sentó sobre el mostrador.

—¿Ya decidió un nombre?

—Sí, se llama Mikey.

El hombre asintió con una sonrisa, y apuntó el nombre en una cartilla de vacunación que extendió a Draken. —Ya tiene apuntada la fecha para su próxima desparasitada y su vacuna, tiene mi número apuntado, el primero es de la veterinaria, abrimos de lunes a sábado, de 8 de la mañana a 9 de la noche, los domingos cerramos, pero tiene mi número personal en caso de emergencias.

Draken asintió. —Gracias, ¿qué croquetas me recomienda?

—Cualquier marca de aquí es buena, por ahora comience con estas. —salió del mostrador y caminó hasta los estantes, tomando un pequeño costal blanco. —Si mira alguna reacción como diarrea o vómitos traigalo, no sabemos a que tipo de comida está acostumbrado, así que lo mejor es iniciar con algo ligero.

Mikey los ignoró y se movió por el mostrador curioso hasta encontrarse con el bote de premios. Colocó una pata sobre la tapa y lo tiró.

A mi me parece, sinceramente, una falta de respeto que esto esté cerrado en mi presencia.

Mikey miró con seriedad a los dos hombres que seguían hablando a escasos metros de él y les ladró para llamar su atención. Draken ladeó el rostro encontrándose con su perro sosteniendo un bote y mirándolo como si estuviera ordenándole.

Apurate y dame una galleta, Ken-chin estúpido.

—Asegúrese de no darle mucha comida, las porciones ideales están apuntadas detras del paquete.

—Gracias.

Regalo de cumpleaños || DraMiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora