Kokonoi quedó mudo ante la cantidad de perros que había en la estancia. Sanzu llevaba a la bruja por la espalda, doblando sus brazos y apuntándole con un arma.Se pasearon por todo el lugar, intentado ignorar los ladridos, gruñidos y peleas del montón de caninos.
La mujer los miró a todos y frunció el ceño suavemente. Sanzu intentó verla por sobre el hombro de la bruja. —¿Y bien? ¿Cuál es mi Rey?
—No creo que esté aquí.
—¿No crees? —Kokonoi alzó una ceja comenzando a enojarse.
Sura hizo una mueca de disgusto y respondió. —Él debe de parecerse a su forma humana. Hasta ustedes podrían identificarlo con solo verlo. Pero... —carraspeó intentando no sonar ofensiva. —, aquí hay mucho perro grande.
—¿... acaso quieres morir?
...
Mikey se revolvió incómodo dentro de la chaqueta de Draken hasta que logró sacar la cabeza. Estaban sobre la motocicleta del mayor, probablemente camino a su departamento. Draken no había querido arriesgarse a que el cachorro se le escapara de las manos mientras conducía, por lo que lo había metido dentro de su chaqueta.
Se detuvo en un semáforo rojo y miró hacia abajo. Mikey miraba alrededor curioso. Acarició la pequeña y esponjosa cabeza con una mano, llamando su atención.
Mikey levantó la cabeza para verlo y sintió su corazón detenerse por un segundo ante la mirada que le estaba dando el hombre. El cachorro volvió a bajar la cabeza, incómodo. El semáforo está en verde, Ken-chin baboso.
Mikey se escondió dentro de la chaqueta hasta que escuchó una puerta abrirse. Todo estaba obscuro, pero podía visualizar un sillón y algunos muebles por la luz que entraba por la gran ventana. Todo se pintaba de un color frío al que Mikey se había acostumbrado los últimos años.
Vagamente pensó en lo triste que resultaba que incluso Draken debía convivir con esa frialdad. Fue bajado al suelo mientras Draken se quitaba los zapatos y prendía la luz.
Mikey recorrió curioso esa parte del departamento que ahora se iluminaba de color amarillo. Era un lugar un poco descuidado, pero acogedor, hogareño.
—Ven, Mikey. —Draken lo llamó con una sonrisa y el cachorro tuvo que correr para poder alcanzarlo. Estúpido Ken-chin, ¿cómo te atreves a hacerme correr?
Draken se detuvo en una esquina lejana del sillón y cercana a la ventana, colocó unas hojas de periodico extendidas sobre el suelo y luego lo miró con una sonrisa. Mikey tardó un momento en procesarlo antes de dirigirle una mirada indignada. Ni siquiera pienses en que yo haré algo ahí. ¡Yo soy el invencible Mikey, el Rey de todo Tokyo!
Dicho esto, se dio la vuelta y se sentó dándole la espalda. Draken lo tomó entre sus manos y frotó el rostro en el pelaje esponjoso, riendo suavemente y haciendo que el corazón de Mikey se agitara.
—Está bien, luego hablaremos sobre el periódico. —aceptó Draken, levantándose y caminando esta vez hasta la cocina. Volvió a liberar a Mikey y colocó unos platos metálicos que había comprado en la veterinaria en otra esquina. Los llenó de agua y croquetas, esperando tener una reacción positiva de su cachorro, pero Mikey seguía dispuesto a ignorarlo firmemente. —¿No tienes hambre?
Lo último fue una pequeña cama para perros, color roja, peluda y suave que fue dejada junto al sillón. Draken besó cariñosamente la cabeza de Mikey y luego lo dejó sobre su cama, deseándole buenas noches.
Mikey se quedó estático sobre su nueva cama, procesando que él, el invencible, poderoso y temido Mikey, Rey de Tokyo, acababa de ser besado. ¡Por un hombre! ¡Por Ken-chin!
¡Cuando visitara a Emma le diría! Haré que vengan a jalarte los pies, imbécil.
Las luces se apagaron poco después de sus quejas, y no escuchando más que silencio, Mikey se atrevió a correr hasta estar en la parte que se pintaba con la luz blanca de la Luna en el suelo. Miró hacia afuera fácilmente porque Draken era un completo desquiciado y no tenía cortinas. Supo que era un piso alto porque solo veía el cielo obscuro, la Luna solo hacía acto de presencia con su luz, no lograba verla por ningún lado. Se sintió disgustado porque él solía verla todas las noches.
Su departamento estaba llenó de grandes ventanales que le permitían verla siempre que ya estaba harto de los colores y edificios de la ciudad. Mikey jamás había pensado en que habría un lugar desde el que no podría verla.
Miró a su alrededor, los altos muebles se iluminaban bajo el color blanco azulado y hacía que todo se sintiera más frío de lo que era, él estaba acostumbrado a eso, Mikey siempre estaba rodeado de esos colores, pero incluso él tenía a Kokonoi y Sanzu cuidandolo en todo momento.
¿Draken tendría a alguien también? Los primeros años después de su separación, Mikey se había encargado de tener a alguien vigilando a cada uno de sus amigos, sabía con quienes hablaban, donde vivían, donde trabajaban y si había alguien causándoles problemas.
Tenía información de sus clientes, amigos, conocidos y proyectos. No fue hasta que se aseguró de que ellos estarían bien cuando tomó control de todas las pandillas del Estado que dejó de vigilarlos.
En ese entonces sabía que Draken estaba soltero, y virgen. ¿Habría cambiado eso ya? Mikey recorrió el departamento en busca de alguna pista que le dijera que había alguien ocupando un lugar junto a Draken.
Pero su refrigerador tenía poca comida, en su vajilla había pocos trastes, en el baño solo había un cepillo de dientes, un shampoo y un jabón. Solo había un par de sandalias para estar dentro y un par de toallas.
Todo indicaba que Draken estaba solo, y que ni siquiera estaba en sus planes recibir a sus amigos en su hogar.
Mikey entró entonces a la habitación del hombre, quien parecía ser el tipo de psicópata que dejaba las puertas abiertas. Era una recámara simple, una cama, un armario, un escritorio, un buró y una cómoda.
Mikey ignoró descaradamente el montón de viejas fotografías que Draken conservaba pegadas en la pared como el acosador que es, y subió a la cama de un salto.
Era una cama de dos plazas, pero viendo la manera en que el lado derecho se mantenía intacto, podía decir que Draken estaba acostumbrado a dormir solo.
Oh, Ken-chin, eres un perdedor. Lamentó tristemente. Caminó sobre el colchón y las sábanas hasta poder ver el rostro dormido de su ex mejor amigo, y saltó sorprendido cuando miró una pequeña lágrima rodar por la mejilla del hombre al mismo tiempo que su nombre era murmurado. —Mikey...
Draken se removió dormido, su ceño estaba fruncido y parecía estar teniendo una pesadilla. Mikey pisó repetidamente en el colchón sin saber qué hacer.
En medio de su pequeño pánico, saltó sobre el rostro ajeno y le dio pequeñas patadas con su patita derecha intentando despertarlo.
Draken estaba teniendo su usual sueño con Mikey cuando de repente un enorme perro peludo apareció, aplastando bajo su pata a su querido Mikey.
Draken despertó asustado, sentándose en la cama y gritando. —¡Mikey! —tardó unos segundos en identificar el lugar en el que estaba.
Pronto sintió dolor en su brazo, desconcertado bajó la mirada y se encontró a su cachorro, quien había sido empujado de la nada, mordiendolo con furia. Draken se liberó siseando por el dolor. —Lo siento, ¿te asusté?
¡¿A quién asustarías tú, tótem estúpido?!
Mikey gruñó molesto por haber sido mandado a volar anteriormente y bajó de la cama, dispuesto a dormir en el sillón, lejos del loco que aparentemente había estado soñando con él. Una novia no te vendría mal, Ken-chin loco.
Gracias por leer.
CachetesRojitos
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Regalo de cumpleaños || DraMi
FanfictionA Inui se le olvida comprarle un regalo a Draken por su cumpleaños, afortunadamente encuentra el regalo perfecto de camino a su hogar. O donde Kokonoi y Sanzu buscan con desesperación a su líder Mikey, quien fue convertido en un perro. 🎀Draken x...