El reencuentro

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Con la idea de distraer a Draken, los antiguos capitanes y sub capitanes de la Toman se reunieron en el taller de sorpresa.

Inui los recibió con una mala cara llena de rasguños y un notable moreton en la mejilla. Takemichi fue el primero en abrir la boca preocupado.

—¿Draken y tú pelearon?

Inui entrecerró los ojos y gruñó molesto. —Si hubiera sido Draken todavía tendría mi cara completa.

El resto de los presentes escondieron sus risas mientras se hacían espacio en el lugar. Mitsuya palmeó la espalda de Inui y dio un rápido vistazo a la Oficina. —¿Donde está Draken?

—Salió con su rata. —apenas terminó de soltar la oración con resentimiento, el Ryuguji entró cargando un par de bolsas. Draken los miró a todos sorprendido y luego sonrió, aceptando las prontas felicitaciones. Y no fue hasta que los “feliz cumpleaños” terminaron, que Mitsuya vio unas pequeñas orejas puntiagudas asomarse por el hombro derecho de su amigo.

—¿Qué tienes ahí?

Mikey, atraído por el montón de voces familiares, trepó fuera de la mochila hasta que logró mirar por sobre el hombre ajeno, recorrió a los presentes con ojos curiosos y la nostalgia no tardó en llenarlo.

Draken dejó las bolsas en el suelo y tomó al cachorro con cuidado, llevándolo a su pecho y sonriendo contento.

—Es mi nueva mascota, Inupi me lo regaló hoy.

Takemichi hizo una expresión de asombro y se acercó al perrito. —¡Woah! ¡Que bonito!

Mikey llevó una de sus patas al rostro de su viejo amigo, casi como si quisiera asegurarse de que de verdad estaba ahí, y cuando lo tocó sintió su estómago revolverse. Sigues teniendo la misma cara de estúpido de antes, Takemitchi.

¿Puedo cargarlo? —Mitsuya no esperó respuesta antes de arrebatarlo de los brazos del cumpleañero.

—Cuidado, es una pequeña rata rabiosa. —escupió Inui con rencor. Solo para hacerlo quedar mal, Mikey ladró y se restregó mimoso contra el pecho y rostro de Mitsuya.

—Uy, claro, se nota que es una bestia. —se burló Hakkai, acariciando la cabeza del cachorro.

—¿Cómo se llama? —la pregunta de Peh-yan hizo que el rostro malhumorado de Inui cambiara para mostrar una sonrisa maldosa.

—Sí, Draken, vamos, diles que nombre le pusiste.

Todos desviaron su atención hacia Draken, esperando una respuesta. Sin embargo, el hombre se cruzó de brazos y volteó el rostro, queriendo que su vergüenza pasara desapercibida.

Sintiendo que era la oportunidad perfecta para hacer sufrir a alguien, Smiley, quien había estado curiseando en las bolsas que había traído consigo el cumpleañero, sacó una cartilla de vacunación y la agitó burlón.

—Se llama Mikey~—canturreó. Draken abrió los ojos enormemente y no tardó en arrebatarle la cartilla al contrario. Los gritos de burla y sonidos de carrilla no se hicieron esperar.

Aunque habían pasado años preocupados por la extraña dependencia y depresión que Draken había desarrollado por la partida de su mejor amigo, frecuentemente intentaban quitarle peso al asunto para que el hombre no se dejara llevar por la culpa, ni se apenara por los sentimientos que obviamente seguía guardando por Manjiro Sano.

—Ya cierren la boca. —exigió el azabache, yendo hacia Mitsuya y quitándole el cachorro, enojado.

Mikey se tensó avergonzado, pero no pudo evitar querer unirse a la bulla, sintiendo como su vieja personalidad surgía al estar acompañado de sus viejos amigos. Eso no es muy hetero de tu parte, Ken-chin.

—Aunque sí se parece un poco a Mikey. —pensó Takemichi en voz alta, nadie consideró llevarle la contraria.

—¿Donde lo conseguiste, Inupi? Yo también quiero uno. —Mitsuya sonrió queriendo tomar al perrito de vuelta, Draken se resistió, pero terminó por resignarse a prestarlo de nuevo cuando Mitsuya siguió tirando del pequeño cuerpo.

—Él vino a mi, como salido del infierno, igualito al diablo.

...

—¿Que el qué?

—Lo que escuchaste. —Koko gruñó furioso. —Diles a todos que traigan a cualquier perro que encuentren en los alrededores. Si esa bruja está diciendo la verdad, tendremos que intentar con cada perro que haya en esta jodida ciudad.

Sanzu asintió y salió del recibidor, bajando tres pisos en el edificio, donde los administradores de Bonten se encontraban reunidos a la espera de la reunión mensual.

—¿Buscar... perros? —Rindou miró a Sanzu como quien vé a alguien que ya ha perdido la cordura por completo.

—¿Por qué haríamos eso? —preguntó Ran.

—Qué te importa. —Sanzu golpeó la mesa. —Hasta que este asunto no se resuelva, toda actividad de Bonten queda pausada, es una orden directa del presidente.

—Genial, Mikey por fin se volvió loco. —lamentó Takeomi.

Sanzu lo ignoró y salió de la habitación. Kakucho frunció el ceño molesto. —Si Mikey quiere una mascota, ¿por qué no solo va a una perrera?

Regalo de cumpleaños || DraMiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora