Capítulo 40

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Ese día era el cinco de enero. El día dónde acababa el período libre de Todoroki para pasar con su esposo —por las fiestas y su cumpleaños— y tendría que volver al trabajo. Se había tomado desde el veintisiete de diciendo hasta ese día y realmente, se le estaba complicando dejar su hogar.

Más si Bakugou vestía sus ropas todos los días.

— ¿Y si pido mí licencia ahora para estar con ustedes? —hizo un puchero el bicolor abrazando al cenizo.

—Deja de lloriquear, Shoto. La tendrás cuando Aya nazca —uso el apodo de su bebé con mucho afecto —Lo que será en poco tiempo.

—Faltan como treinta días para eso, Katsuki —se quejo el más alto.

—Pasaran rápido —prometió dándole un beso en la mejilla y empujando sus hombros —Ya vete. O llegarás tarde.

Shoto suspiro al ver que no convencerá de ninguna forma al de quirk explosivo para que lo dejará quedarse. Así que, tomo su bolso y abrió la puerta, dándole un último vistazo a Katsuki que lo despedía con la mano.

—Que te vaya bien, medio héroe.

Ah, en verdad no quiero irme.

El bicolor hizo el esfuerzo en sonreír y salir por la puerta.

Katsuki se pasó ese día ordenando la habitación del bebé y leyendo un par de libros que Denki le había dado para que no se aburriera

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Katsuki se pasó ese día ordenando la habitación del bebé y leyendo un par de libros que Denki le había dado para que no se aburriera. Eijirou y Mina pasarían a visitarlo en la tarde, para darle de paso noticias de como estaban manejando todo en Future y molestando con tocar su vientre.

La habitación ya estaba lista en su totalidad, la cuna se armó en la pared del frente cerca de la ventana, tenían una silla colgando del techo—regalo muy extravagante por parte de Hanta— con un estilo muy hippie, un par de peluches gigantes cortesía de los abuelos Hawks y Enji junto con una alfombra gris a mitad del lugar. La ropa se guardo en el armario y tenían varios pañales guardados en una gaveta.

Ahora, solo habría que mantener el lugar limpio hasta que Ayari llegará.

El cenizo salió de la habitación dejando la puerta entreabierta y fue hasta la cocina, faltaba poco para que sus amigos llegarán y seguramente, estarían hambrientos después de un día de trabajo. Les haría algo simple, un par de cafés y bocadillos dulces bastarían para satisfacer sus paladares hasta la noche cuando cenarán.

Sin embargo, cuando reviso si tenía todos los ingredientes para cocinar, descubrió que se les habían acabado el café y la harina.

—Mierda, tendré que salir —bufo cerrando la puerta de una de las gavetas.

Bueno, al menos le serviría hacer algo de ejercicio. Sin poder agacharse o mantener su respiración por mucho tiempo —le costaba respirar si se esforzaba mucho— las caminatas largas eran su mejor opción para mantenerse en forma y activo. Además, Ayari siempre se mantenía quieto cuando lo hacía, parecía disfrutar esos paseos.

Creación [TodoBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora