Capítulo 10

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—¡Taehyung!

Me levanté como resorte en busca de aire. Siento el pulso palpitarme en todo el cuerpo, mi garganta reseca y el pecho subir y bajar con frenesís. Trago en seco al caer en cuenta de ese nombre que ha salido de mis labios en un grito desesperado y mi mente vaga en la confusión.

¿Qué sucedió?

Parpadeo un par de veces para espabilarme y organizar mis pensamientos. De pronto un sentimiento de vacía, como si callera de gran altura me embarga y luego la imagen de Tae protegiéndome con su cuerpo golpea fuerte en mis recuerdos.

Taehyng...

La respiración se me atasca en el esófago, impidiéndome pronunciar palabra o soltar algún ruido en sí. No sé qué ocurrió luego de haberse llevado el impacto porque perdí el conocimiento, pero lo último que sentí fue como se desvanecía debajo de mí.

—No... –mi voz es queda, torturada. El dolor que siento es tortuoso por el hecho de que no sé si lo que estoy pensando es verdad. Me niego a que sea verdad. Él no... no puede.

Decido salir de la cama y comprobarlo por mí misma. Él no puede...

—Taehyung –llamó tocando la puerta como una vez me ordenó–. Taehyung, quiero salir.

Llamo un par de veces más, seguí tocando la puerta hasta que los golpes se vuelven frenéticos y agresivos. Mi voz se vuelve temblorosa, y después desesperada.

—¡Taehyung! Déjame salir, por favor –sollozo de un momento a otro–. ¡Taehyung, contéstame! ¡Sé que estás allí! ¡Ábreme, demonios!

Sé que estaba ocurriendo algo. Algo malo, pero me niego a creerlo. Sabía que no me contestaría nunca, pero no simplemente no podía ser verdad.

—¡Taehyung!

Le doy un gran puñetazo a la puerta y esta se abre de golpe haciéndome retroceder. Pero la esperanza que sentí por un segundo se esfumó tan pronto como vino. La imponente silueta de Jeon Jungkook acapara toda la entrada y sus fríos ojos me penetran con un fuego aterrador.

Dejé escapar un suspiro tembloroso por esa mirada. Me tomó en un momento vulnerable, eso es todo, nunca le he tenido miedo a este hombre. Pero siento que algo está incorrecto en cuanto a su aura.

—¿Por qué no estás descansando? –su tono es diferente al usual, más... sombrío. Trago grueso.

—Quiero salir. –respondo a secas. Sus ojos me analizan al completo y su expresión dura no cambia.

—Vuelve a la cama –ordena señalando a mis espaldas–. Aun no puedes salir.

Cada una de sus palabras son dulces pero su tono me hace temblar en mi interior. Asiento dudosa y vuelvo a la cama sin decir más. Quiero decir más. Quiero preguntarle por mi guardaespaldas. Pero siento que si lo hago pagaré las consecuencias de lo que sea.

Una vez instalada entre las sábanas él se acerca sin despegar sus ojos de mí, analíticos, se sienta a mí lado y permanece en silencio por unos segundos. Tortuosos segundos en los que solo mi respiración pesada se oía y él miraba fijamente la puerta. Hasta que abrió su boca.

—¿Cómo te sientes?

Titubeo mi respuesta ante aquella inesperada pregunta. Parece preocupado aunque su ceño endurecido diga lo contrario.

—Estoy bien –inspiro profundo antes de soltar aquella pregunta que me aterra hacer–. ¿Qué pasa con mi guardaespaldas? –digo en su lugar porque siento que su nombre puede condenarme.

Y entonces me enamoré (JEON JUNGKOOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora