Capítulo 4

62 5 0
                                    

 Esa noche gracias al cielo no pasó a peores. Taehyung entró a la habitación con una nueva bandeja de comida en mano, la dejó en la cómoda al lado de la cama y se fue. No pronunció ni una sola palabra y yo tampoco, ni siquiera me miró, lo cual agradecí.

 Rendida ante el hambre, y con el orgullo completamente derrotado, comí todo lo que había en esa bandeja. Después de eso tragué las pastillas que la doctora loca me dejó para el dolor y dormir, necesitaba aquella última porque no iba a soportar estar en vela toda la noche, atormentándome con todo lo que me depara el resto de mis días aquí.

 A la mañana siguiente me desperté por dos toques en la puerta que me sobresaltaron. Taehyung entra sin más y se para a los pies de mi cama, yo le miré confundida y a la vez le dejé claro con mi gesto que me irrita su presencia. Ni se inmutó.

 —¿Qué quieres? -espeté con voz espesa por falta de uso.

 Él se cruza de brazos, dibujando una sonrisa soberbia en su expresión, seguramente, por el moretón de mi barbilla.


 —Buenos día, señorita Im -dice, su voz gruesa vibrando hasta dentro de mi pecho-. Seré su escolta hoy. Esperaré a que se aliste, luego irá al comedor a desayunar y le daré un recorrido por la mansión.

 Nada más concluir su ensayada introducción me provocó dolor de cabeza. Me incorporé sentada sobre el colchón y me froté el rostro con frustración. ¿Recorrido por la mansión?

 —O sea, quieres decir que ¿puedo salir? -inquirí y el asintió extrañado, como si no hubiera quedado bien claro lo que dijo.

 —El jefe lo ordenó -puso los ojos en blanco y suspiró-. No eres prisionera aquí, eres su mujer ahora. 

 Su mujer. No me gustó como sonó eso. 

 —Así que, si puedes hacer mi trabajo más fácil ve a ducharte. Apestas a gimnasio -continuó diciendo. Señala una puerta que había ignorado todo este tiempo, supongo que es el baño-. Aquí hay ropa de la que puedes abusar como quieras -dijo indicando un armario a un lado de la ventana-. Estaré esperando afuera, toca cuando estés lista.

 Entonces se va.

 Es raro oír que no soy prisionera en una casa donde no quiero estar y aún así me retienen. Si no es estar prisionera, entonces este mundo se ha vuelto loco.

 Fui a tomar una ducha porque en verdad la necesitaba, salí con renovadas fuerzas, quizá para pelear hoy por mi libertad, aunque debería pensarlo bien o seré nuevamente sorprendida. Pero me urge irme de este lugar esta noche, no quiero pasar ni un minuto más cerca de estos lunáticos.

 Revisé el armario en busca de algo deportivo y cómodo, como suelo usar cuando estoy en casa, pero lo único que conseguí fueron prendas brillantes, con transparencias, diminuto y ajustado. Solté un gemido quejumbroso, no me esperaba menos de un pervertido que trafica mujeres.

 Escogí lo menos revelador y obsceno, pues no pienso mostrarle nada a nadie que esté por ahí.

 Una vez lista me acerqué a la puerta para tocar, como me dijo Taehyung. Me detuve un segundo pensando en que tal vez esté distraído y puedo solo salir e irme, así que fui a abrirla encontrándola sin seguro, pero la emoción duró muy poco cuando vi una mano detenerla.

 —¿Nunca haces caso? -oigo su voz a un lado de la puerta y cierro con fuerzas mis párpados.

 —Normalmente, no. -contesté con tono de derrota. Abrió por completo la puerta y acabé saliendo, me recibió con una enorme sonrisa cuadrada.

 —Tontita -dice desordenando mi pelo, gesto que me descolocó-. Ven, sígueme.

 Caminamos un pasillo demasiado largo para mi gusto, sin ninguna otra habitación ni a diestra ni siniestra, miré hacia atrás y vi la única puerta que es la de mi habitación. La única en este pasillo, qué pesadilla. Llegamos hasta unas escaleras que dan a una sala pequeña con piso de caoba. Parecía una casa normal, no una mansión de película.

Y entonces me enamoré (JEON JUNGKOOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora