Capítulo 20

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Rodee el brazo de Kookie para impulsarlo y levantarlo conmigo de la cama. El día estaba aburrido y de la nada él suelta que quiere bajar a la alberca a tomar el sol, y no me pareció mala idea porque se estaba poniendo pálido, cual vampiro. Aparte de que su cabello estaba creciendo a una velocidad terrorífica, así que no sé si llamarlo vampiro u hombre lobo.

Bajamos las escaleras de apoco, él quejándose como una mamita por la presión que ejercía con su pierna herida de vez en cuando. Llegamos a una de las tumbonas cerca de la piscina y lo dejé sentarse allí. Suspiré por el esfuerzo y miré a mí alrededor.

El día sí estaba precioso y me daban ganas de buscar mi bañador y meterme al agua.

—Si te apetece nadar, puedes hacerlo.

Me volví hacia él con los ojos muy abiertos. Traía las gafas de sol puestas, y se le veían de muerte.

—¿De verdad? –arqueé una ceja, dudosa a su amable propuesta. Asintió levemente y me miró por unos segundos. Arqueé la otra ceja en una pregunta silenciosa.

—No, mejor no –respondió volviendo a relajarse en la tumbona–. Siéntate y toma el sol conmigo.

—Claro. –susurré para nadie en particular. Tomé asiento en la tumbona de al lado y cerré los ojos en un suspiro.

No ha habido noticias del jefe Kim ni de Jennie en días. Hoseok se aparece en la mansión algunas veces y cuando lo hace me ayuda en algunas cosas con respecto al tratamiento de Jungkook. Ha intentado ponerle de humor, pero solo le irrita, así que le arrastro a la cocina y le pido que me ayude a preparar las medicinas y demás.

No se escuchó más ruidos del sótano, y Hobi no mencionó algo acerca de lo sucedido el otro día. Cuando le pregunté me dijo que había sido el sujeto que limpia la casa, el cual, supuestamente, duerme allí.

Obviamente no le creí un demonio, primeramente, porque jamás había visto tal sujeto desde que estoy aquí. Pero no he podido comprobarlo porque Kook se ha encargado de mantenerme ocupada, como si entre esos dos existiese un complot en mi contra para ocultarme lo que sea que haya allí.

Abrí los ojos para observarle, tan tranquilo y relajado. Si antes de toda esta locura hubiese visto a un chico como Jeon Jungkook, tez suave, cabello ligeramente alocado y sonrisa encantadora, jamás creería que se tratase de un jefe mafioso con suficiente poder y ego para manejar a montones. Me hace preguntarme ¿qué le llevó a ser como es ahora? ¿Qué fue de su niñez y juventud? Tengo curiosidad.

Da un cansado suspiro, haciéndome espabilar.

—¿Qué con esa mirada? –se sube las gafas de sol para mirarme.

Abrí mi boca para responder, pero no sabía si respondería de una manera cortante y dura, sobre todo con una pregunta tan invasiva. Ya tengo suficientes ganas de tirarlo a la piscina con lo quejica que es, no necesito respuestas de mala gana.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Lo estás haciendo, ¿no? –rueda los ojos, haciéndome parecer idiota y aumentando mis ganas de matarlo.

Decido ir al grano, pero antes organizar mis preguntas.

—Primero... ¿qué clase de infancia tuviste? –digo, tratando de ser específica.

Él se encoge de hombros y se coloca nuevamente las gafas para acomodarse bien en la tumbona. Chasquea su lengua con una sonrisilla.

—Una normal. Tuve dos padres trabajadores, amorosos y humildes –enlazó sus manos sobre su regazo e hizo una mueca pensativa–. Fui a la escuela primaria, no ingresé a la secundaria porque no me dio la gana y conseguí este trabajo.

Y entonces me enamoré (JEON JUNGKOOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora