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-Solo quiero ayudar a las personas -dijo Julián -Pero a veces me desespero tanto que... Tengo fantasías. Usted ya sabe de que tipo.
-Yo creo que eso se debe a que eres patético -respondió el psiquiatra Zamora -Tu tratas de ayudar a la gente para compensar que tus padres no te quisieron. No los culpó, eras un niño muy estúpido e inservible. Por eso piensas en matar, porque la gente no te valora como tu quieres. Deberías matarte, es la única solución.
Julián sintió una ráfaga de odio hacia el doctor Zamora. Se levantó el intento estamparlo contra la pared. Pero en medio camino, alguien abrió la puerta del consultorio para interrumpir.
-Doctor Zamora, su nueva paciente lleva quince minutos esperando.
-¿Qué? ¿Y porque no la has pasado, Laura?
-Es que... Me pareció que conversaba con alguien.
-Eh... No, para nada.
-De acuerdo... Pase, señora Robles. Le presentó al doctor Julián Zamora, uno de los mejores psiquiatras de la ciudad.
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