Capítulo 4

12.2K 1.6K 809
                                    

Ambos muchachos se despertaron con el olor de chocolate y canela recorriendo el ambiente.

— Hey — saludó el pecoso cuando notó los ojos rubí sobre él — ¿dormiste bien?

— Umm, si — murmurró el rubio todavía algo adormilado, pero feliz de comprobar que lo de hace unas horas no fue un sueño.

— Creo que tu madre está horneando — comentó Izuku aspirando un poco más — huele bien.

Katsuki solo hizo un sonido de inconformidad y deseando no haber despertado aún. Que su madre estuviera horneando significaba una cosa, sabía que Izuku estaba en su casa.

— Cambio de planes, vamos a tu casa y me quedo a dormir — decidió Katsuki levantándose a regañadientes del lado del pecoso.

— ¿Por qué no aquí? — preguntó Izuku sin entender.

— ¡Chicos bajen a comer! — Demasiado tarde pensó el rubio.

— ¿Tu madre sabe que estoy aquí? — preguntó preocupado el peliverde comenzando a entender por qué el rubio quería irse hasta hace un momento.

— ¡Ya vamos bruja! — gritó Katsuki en respuesta antes de que a su madre se le ocurriera subir y sacarlo a él a patadas.

&&&&&&&&&&

—Oh casi lo olvido — comentó la matriarca luego de que todos terminaron de comer — Izuku, cielo ¿por qué mejor no te doy una llave de la casa? Así puedes seguir entrando cuando gustes, me parece lindo que se sigan usando el callejón ¡pero así no sé cuando llegas y no puedo prepararte nada!

Para este punto Izuku parecía un tomate de lo rojo que estaba

— ¿Qué? ¿Cómo sabes de eso vieja bruja?

— Oh por favor mocoso, el ruido del balonazo que le diste a la pared se escuchó hasta Corea — comentó riendo mientras miraba a su esposo— Tu padre quiso ver qué hacías para arreglarlo o cómo nos dirías, así que no salí. Nos pareció tierno lo que terminaron haciendo así que lo arreglamos de forma que se mantuviera ese espacio pero no se les cayera en la cabeza. — Katsuki miró a su padre quien confirmó con un asentimiento todo lo que decía la rubia.

— Además ¿crees que Inko no sabía cuando estabas castigado? Cada que te veía llegar al parque nos avisaba— Misuki le quitó importancia moviendo una mano y comenzó a recoger la mesa — Ese no es el tema de todas maneras. Entonces ¿Izuku? ¿Qué te parece? — insistió la rubia.

— ¿No ves que lo incomodas bruja? Déjalo en paz — exclamó Katsuki cuando notó que su novio no podía articular ni una frase.

— Mocoso del demonio, ¡¿a quién llamas bruja?! Además de seguro es tu culpa que Izuku no me haya saludado hoy al llegar, lo alejas de mi a propósito.

— ¡¿Ah?! ¡¿Pero que mierdas estas hablando?! ¡Yo no hago eso! ¡pero debería empezar a hacerlo para que dejes de molestarlo bruja!

— ¡¿Así le hablas a tu madre?! ¡Más respeto mocoso!

Ambos empezaron a aumentar el tono de los gritos y conociéndolos, Masaru sabía que tardarían un momento para volver a la normalidad por lo que le hizo una señal a Izuku para que fueran a la cocina a sacar lo que había horneado la rubia.

Habían pasado casi diez minutos para cuando dejaron de discutir, Masaru ya había dispuesto en un plato las pociones de la tarta para que todos pudieran alzar una, y había servido también chocolate en las tazas. Con ayuda del pecoso llevó todo al kotatsu que había en la sala. 

Libreta perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora