Capitulo tres.

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A la mañana siguiente me despiertan la deslumbrante claridad del sol y un delicioso olor a café.

-Buenas -saluda la voz de Connor desde algún apartado lugar.

-Buenas -farfullo sin abrir los ojos.

-¿Quieres café?

-Sí, por favor. 

Me doy la vuelta y escondo mi dolorida cabeza bajo la almohada para intentar dormir unos minutos más. Suelo conseguirlo con facilidad, pero hoy me preocupa algo. ¿De qué me habré olvidado?

Mientras presto atención a medias a los ruidos de Connor en la cocina y al metálico sonido de fondo de la tele, mi adormilado cerebro busca a tientas una explicación. Es sábado por la mañana. Estoy en la cama de Connor. Anoche salimos a cenar. ¡Ah, sí!, el horrible viaje en avión... Él fue a buscarme al aeropuerto y me dijo...

 ¡Vamos a vivir juntos! 

Me incorporo en el preciso momento en que él entra con dos tazas y una cafetera. Lleva un albornoz blanco y está guapísimo. Me siento orgullosa y estiro la mano con intención de darle un beso.

 -Hola -dice riéndose-. Ten cuidado. ¿Qué tal estás? -pregunta, y me alarga una taza.

-Muy bien -contesto apartándome el pelo de la cara-. Un poco atontada.

-No me extraña -asegura arqueando las cejas-. Menudo día tuviste ayer.

-Tienes razón. -Asiento con la cabeza y tomo un sorbo de café

-Así que... vamos a vivir juntos.

-¿Todavía te apetece?

-Pues claro -afirmo con una amplia sonrisa. Y es verdad. 

Me siento como si de repente me hubiera vuelto adulta. Voy a vivir con mi novio. Por fin llevaré una vida como es debido.

 -He de decírselo a Andrew -comenta él indicando hacia la pared que da a la habitación de su compañero de piso.

-Y yo, a Lissy y Jemima.

-Tendremos que encontrar el sitio adecuado. Y me prometerás mantenerlo ordenado -dice sonriendo.

-Mira quién fue a hablar -replico fingiendo estar ofendida-. Eres tú quien tiene cincuenta millones de discos.

-Eso es diferente.

-¿Puedo preguntar por qué? -exclamo poniendo la mano en la cadera como un personaje de comedia televisiva, y él se echa a reír. 

Enmudecemos, como si nos hubiéramos quedado sin energía, y bebemos un  poco de café.

-Bueno, tengo que irme -dice Connor al cabo de un rato. Este fin de semana le toca curso de informática- Siento no poder ver a tus padres.

 Y lo dice en serio. Por si le faltara algo para ser el novio perfecto, le encanta visitar a mis padres.

-No te preocupes, no pasa nada.

 -¡Ah!, me había olvidado... -empieza con una misteriosa sonrisa-. Adivina para qué tengo una reserva. 

 -¡Vaya! -exclamo entusiasmada-. Para... Estoy a punto de soltar: «Para ir a París.»

-¡El festival de jazz! ¡El Dennisson Quartet! Es su último concierto este año. ¿Recuerdas que los oímos en el Ronnie Scott's?

 Durante un momento no puedo ni hablar. -¡Guau! El... Dennisson Quartet. Ahora me acuerdo. Tocaron el clarinete sin parar unas dos horas, sin pausas. 

No te lo vas a creer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora