Capítulo 5

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Narrador

El día transcurrió lento, tal y como Zahir pensaba. La joya de la corona se la llevó el momento en el que el director le pidió de una forma muy poco profesional que se dirigiera a su despacho

- Zulema, te quiero en mi despacho en cinco minutos - Exigió el director

Ella quería replicar pero el dolor de cabeza no la dejaba hacer algo que implicara gritos de por medio. Justo al llegar se sentó en la silla frente a Hierro

- Son casi las cuatro de la tarde, aquí ya no queda ni un alma ¿Por qué quieres hablar conmigo justo ahora? - Preguntó la árabe con desgana

- Te he llamado porque hay varios asuntos que hay que matizar acerca del club - Respondió el director

La mujer rodó los ojos y se dispuso a levantarse pero un fuerte golpe en la mesa la hizo detenerse

- Siéntate Zahir - Ordenó el rubio

Zulema no estaba dispuesta a pelear por su malestar físico y simplemente se sentó mirando fijamente a su rival

- No voy a darte datos confidenciales, lo que me quieras decir me lo dices allí - Dijo la pelinegra

- Solo quiero saber si tengo garantías de seguridad, no me fío de ese jefe que tan cercano a tí parece - Respondió Hierro jugando con un bolígrafo entre sus dedos

La morena no iba a aguantar esas tonterías de alguien como ese director

- Te he dicho que no voy a darte informaciones, si te delatamos a tí nos delatamos a nosotros mismos gilipollas - Dijo la profesora

- ¿Como pudo llegar alguien como tú a ser jefa de la mafia? - Preguntó retóricamente el director

La árabe se cansó de la actitud de su jefe y agarró el bolígrafo que este sostenía en sus dedos y se lo clavó en la palma de la mano haciendo que este soltara sin previo aviso un gruñido de dolor

- Porque alguien como yo no tiene miedo de pisar a alguien como tú - Habló la mujer

Esta se levantó de su silla y él repitió la acción de la mujer posteriormente de haber arrancado el bolígrafo de su mano

Antes de que ella pudiera llegar a la puerta el rubio la giró y la acorraló contra la puerta quedando a escasos centímetros de su cara

- Vaya, parece que he despertado a la fiera - Bromeó Zulema acorralada entre la puerta y su rival

- Vas a desear no haberme conocido zorra - Dijo Hierro agarrándola del cuello mientras la sangre de su mano se derramaba

Zulema cogió la mano de su oponente e intentó zafarse del agarré sin nada de éxito, viendo que tenía todas las de perder utilizando la fuerza prefirió usar la cabeza

- Te gusta mucho coger del cuello ¿No? - Dijo ella casi sin aliento - ¿Eres igual de agresivo siempre?

El hombre acercó aún más su cara a la de la árabe y apretó con fuerza y asco su agarre

- Queríais a alguien despiadado ¿No? - Se defendió él

- Alguien despiadado sin nada de mente, eso eres. No deberías jugar con una asesina - Arremetió Zulema notando una sensación extraña

Hacia mucho tiempo que ella no sentía eso, asco y excitación. Todo junto

Por un lado sentía asco de ese hombre, lo odiaba con toda su alma pero a la vez sentía asco de sí misma por estar excitada ante alguien a quien odiaba tanto

Zulema se alejó de sus pensamientos y le propinó una patada al hombre en la entrepierna que lo hizo alejarse al instante doblando su espalda de dolor

El hombre sintió tanto dolor que creía que podía desmayarse allí mismo y ella sonrió victoriosa

- ¿Te sigues preguntando por qué llegué a ser jefa? - Preguntó burlándose la pelinegra

Hierro se incorporó y como pudo habló con claro dolor en la voz

- Se te olvida que yo también soy un asesino - Dijo él

Ambos sabían una cosa, cuando juntas a dos asesinos pueden pasar tres cosas, o se matan, o se alían, o encuentran el amor. En este caso ambos tenían claro que solo podía ser la primera

La mujer salió de allí dejando q un dolorido Hierro dentro y se montó en su coche sin mirar atrás

Justo al llegar a su casa se desprendió de la ropa y se metió en la ducha para refrescarse y olvidar las emociones que había sentido, ¿cómo podía excitarse con alguien a quien odiaba?

Terminó la ducha y apartó los pensamientos que rondaban su cabeza una y otra vez, absorta en sus cosas no se percató de que tenía tres llamadas pérdidas de Hambal y en cuanto lo vió le llamó inmediatamente

- ¿Qué pasa Hambal? - Habló Zulema después de que el hombre le cogiera la llamada tras el cuarto toque

- Quería hablar contigo, creo que tengo un negocio interesante para tí - Dijo el árabe - Voy para tu casa, estoy allí en cinco minutos

A Zulema no le dió tiempo a hablar porque Hambal colgó inmediatamente la llamada. Hambal cumplió con lo que había dicho y en tan solo cinco minutos se presentó en casa de Zulema abriendo la puerta con una llave que tenía

La confianza entre ambos era tanta que cada uno tenía la llave de la casa del otro y entraban cuando querían, por más que se empeñaran en dejar los sentimientos a un lado era imposible hacerlo

- Habibi! - Gritó el árabe una vez que pasó a casa de Zulema

Ella bajó las escaleras tan rápido que incluso se saltaba varios escalones y al llegar abajo se abrazó al moreno. Zulema era una especie de bestia sin corazón que se transformaba en bella cuando él estaba delante

- Hola - Susurró ella sin separar el abrazo

Cuando ambos se dieron cuenta de lo pegados que estaban se separaron y esta vez sí que empezaron a hablar de negocios

- Solo tienes que matar a Andrés Cortés, es un hombre muy solitario y tenemos su ruta perfectamente marcada. Todos los días a las 6 y 15 pasa por un callejón para ir desde el bar en el que bebe todos los días a una nave utilizada como taller - Explicó él sentado en el sofá

- No me fío de un disparo, aunque sea un callejón apartado hay riesgos - Dudó la árabe

- No te he dicho qué hace después - Dijo Hambal - Cada sábado y domingo sale del taller a las 9 y 30 justas, ni un minuto más ni un minuto menos, y se va andando hasta un descampado que hay atravesando un parque de árboles a tres kilómetros de ese taller. Solo tienes que matarlo justo antes de que llegue allí

La pelinegra no preguntó más porque así era la mafia, todos recibían órdenes de todos y si Hambal decía que ese hombre tenía que morir era porque ese hombre tenía que morir

- Tienes que hacer la misión con Antonio Hierro - Acabó diciendo Hambal lo que hizo que a la mujer casi se le salieran los ojos de las cuencas

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Hola! Sé que estos capítulos están siendo algo aburridos pero tan solo es el principio de la historia

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