Capítulo 4

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Hablé con Sam sobre lo ocurrido mientras tomaba un pequeño descanso en los jardines de su facultad.

-¿Entonces es un artista?.- me cuestionó dándole una mordida al sandwich.

-Creo que si, por lo que me dijo supongo que es alguien nuevo. Aunque antes de que lo comentara me parecía alguien normal.- por mi parte le di un sorbo a un jugo.

-Me han comentado varias compañeras que aquí hay demasiados grupos pero que solo algunos se vuelven conocidos. Si su grupo de aquel chico se vuelve conocido siéntete afortunado de haber hablado con él.-

-Como sea, es tiempo de que vuelvas a entrar. Te esperaré en nuestra habitación, si ocurre algo llámame enseguida.- le exigí a lo que Sam aceptó.

Tomé la basura y fui a dejarla en un gran contenedor, sentía la necesidad de caminar entre calles y visitar los lugares más concurridos de esa zona pero sabía que si lo hacía terminaría perdiendome. Estaba por tomar un taxi cuando cambie mi decisión.

-No creo perderme, de cualquier manera puedo pedir ayuda.- dije antes de caminar nuevamente por la acera.

El aire era tan frío que la simple chamarra que llevaba no era suficiente, veía alrededor como los ciudadanos caminaban con normalidad e incluso llevaban cosas menos abrigadoras que las mías mientras mis manos temblaban un poco. Caminé más rápido para entrar en calor lo cual estaba surtiendo efecto, gran parte de las calles se encontraban inclinadas y cubiertas aún por la nieve que había caído de la noche anterior después de haberme ido a acostar.
Estuve caminando alrededor de una hora, me encontraba en una avenida con grandes edificios y negocios.

-¿Estaré lejos de nuestro edificio?.- me cuestione mientras miraba todo, comenzaba a perder la orientación.

Quise llamar a Sam pero su celular se encontraba apagado, miré mi celular con la esperanza de encontrar algo que me pudiese ayudar pero no había nada. Opté por pedir ayuda pero no sabía por dónde empezar, quise ir con un oficial pero dudaba en si me entenderían o no; la gente que pasaba junto a mi solo me miraba con extrañeza.

-¿Qué haré? Ni siquiera sé a qué hora saldrá Sam. Debí de haber anotado nuestra calle.- me lamenté con discreción.

En ese momento mi celular sonó, rápidamente observé la pantalla pero no era una llamada ni una notificación, se trataba de un mensaje de texto. Al abrirlo era de un número extranjero.

"Mi dirección, por si quieres charlar en algún momento......

Hangyul".

Al principio solo me había parecido extraño el mensaje pero de un segundo a otro pensé en pedirle ayuda, lo llamé rápidamente.

-¿Noah?.- se escuchó del otro lado de la línea, era la voz de Hangyul.

-¿Como sabías que era..? Ah cierto, te di mi número.- respondí algo avergonzado por mi confusión, a Hangyul se le escapó una risa corta.

-¿A qué debo tu llamada? ¿Quieres venir a conversar?.- inquirió con normalidad.

-No exactamente, necesito tu ayuda. Estoy perdido y no sé cómo regresar a mi edificio.- contesté.

Se quedó en silencio unos segundos hasta que volvió a hablar.

-¿Sabes cómo se llama la calle en dónde estás ahora?.- me preguntó.

-No...estoy en una avenida. Estoy exactamente afuera de un Starbucks.- le dije comenzando a sentirme nervioso pues ya estaba oscureciendo.

-Noah ¿Sabes cuántas avenidas con Starbucks hay en Corea?.- dijo en un tono algo burlón.

-Lo sé pero no sé que hacer, crei que tú podrías ayudarme pero...- solté decaido hasta que me interrumpió.

-Enviame tu ubicación, te mandaré un auto para que te recoja y te llevé a mi empresa. Ahora estoy ensayando así que me vas a encontrar aquí.- me pidió.

Colgué e hice lo que me solicitó, después de 10 minutos un auto se posicionó justo delante mío. Me acerqué y solo escuché como el conductor dijo el nombre de Hangyul a lo que asentí, me subí al auto y partimos a una dirección desconocida para mí. Finalmente llegamos afuera de un edificio, me baje y me quedé de pie viendo cómo mi transporte se iba dejándome ahí solo.

-¿Dónde será?.- volví a cuestionar.

Saqué mi celular y nuevamente llame a Hangyul.

-¿Llegaste?.- preguntó.

-Creo que si, solo que no sé que edificio es.-

-Okey en unos momentos bajo.- dijo antes de colgar.

Más que nervioso ahora me estaba desesperando, lo único que quería en esos momentos era regresar a mi edificio. De la entrada del edificio donde el auto me había dejado comencé a ver cómo unos chicos comenzaron a salir, algunos veían sus celulares mientras que otros bromeaban entre ellos, finalmente pude ver a Hangyul quien se encontraba con otro chico un poco más alto que él, quise acercarme pero espere a que me viera lo cual nunca hizo, obligado a hablar con el me acerqué, el primero en notar mi presencia fue el chico con el que charlaba.

-Hola....- dije nervioso, el otro chico hizo una reverencia ligera.

-Oh él es el chico del que te hablé Jun Seo.- le dijo Hangyul.

-Hola.- aquel chico de nombre Jun Seo me saludó con la misma energía y nerviosismo que yo.

-Voy a acompañarlo a su edificio, aprovecharé para comprar algo en la tienda. Les llamaré cuando esté ahí.- le dijo Hangyul a Jun Seo, este solo asintió.

-No tardes, recuerda que mañana es la presentación.- replicó Jun Seo.- Nos vemos.- se despidió de mi, hice lo mismo.

-Bueno, vámonos.- dijo Hangyul al mismo tiempo que se colocaba su chaqueta.

Lo miré con extrañeza pues a él parecía no afectarle el frío que se sentía en el aire, me miró.

-¿Qué sucede?.- dijo con una sonrisa.

-Nada, nada, es solo que ver cómo tú no tienes frío me sorprende. Con lo que llevo puesto me estoy helando.- respondí con humor.

-¿En verdad tienes frío? Cada vez que salimos de ensayar me estoy muriendo del calor. Toma, la necesitas más tú.- dijo extendiendome su chamarra.

-¡No! Te puedes resfriar.- me negué abruptamente.

-No me va a pasar nada, además esto lo llevo haciendo años.- se colocó detrás de mi y me colocó la chamarra lo cual me hizo sentir un gran escalofrío pues seguia acomodándola para que no sintiera más frío. -Listo, ahora si podemos ir a tomar un taxi.-

-G-Gracias...-. respondí mirando al suelo.

Comenzamos a caminar hacia la avenida nuevamente, llevaba sus manos metidas a los bolsillos de su pantalón y parecía como su el aire invernal no le estuviera haciendo efecto. Me mantuve en silencio hasta que él comenzó a conversar, pero en ese lapso de silencio pude percibir un aroma dulce y agradable para mí proveniente de la prenda que me había prestado.




Un nuevo atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora