¿Cómo saber si es el amor de tu vida?

Decisión #11

Abriendo los portapapeles de su indiferencia.

Me desespera cuando desaparece y me estremece pensar que me hace falta su presencia.

He decidido apañar esas preocupaciones, ¿sabías que las tristezas no desaparecen?, solo se hacen más pequeñas.

Él hace que me ilusione, que me duela la cabeza.

Pero admito que soy adicta al dolor que hace que yo sienta.

No entiendo la rareza de los latidos de mi corazón, tampoco sé de qué trata su arte, la cual, es tan diferente de la mía y reconozco que no sé si tiene maleza.

Me encanta cómo habla sobre lo que le gusta, incluso me emociona lo incomparable que luce, porque puedo respirar toda su alegría.

He declarado mi amor por él, a pesar de lo jodido que pueda ser, porque sé que estoy tomando otra vía.

Voy contra el viento, en contra de las leyes de la física, lo moral, lo verídico y lo objetivo, porque necesito de él para sentirme viva.

Agarrando todas mis maletas me decido por su persona y lo encontraré, para dejar mis huellas sobre su cuerpo y combinar mis jadeos con sus besos.

Una vez más, todo este paisaje que nos rodea, lo tangible y lo intangible, no es nada a comparación de lo complicado que es describir lo que este personaje me hace sentir.

¿Estoy perdida o enamorada?, ¿realmente existe alguna diferencia? Pues bañarme en su apogeo, no me hace sentir vergüenza.

Su nivel de perfección es extraño, tal vez algo exótico. Estoy anhelando saborear su grandeza.

Ya no me importa nada, aquí me tiene.

Arrodillada, suplicando por su piedad y gentileza.