El patinaje era un arte que exigía, exigía y exigía; bueno en realidad así eran todas las artes. Pero Yukiko, con ocho años, no quería ni podía entenderlo; para su pequeña mente de infante era injusto como su madre la obligaba a quedarse en su casa para entrenar, una y otra vez.
Era molesto el ver como sus amigas salían a jugar al parque frente al estudio en su casa y ella tenía que quedarse para practicar.
Y de hecho si era cruel, privar a una niña pequeña de disfrutar su infancia para pasarse los días entre rutinas de ballet y pistas de hielo. Sin embargo, para la adulta que hace una semana se había despertado en el cuerpo de ella versión para bolsillo, el odio que en un cuerpo tan pequeño que se desbordaba como vino en copa de un borracho, se había esfumado.
La primera vez que se levantó de golpe en su habitación, donde parecía que habían asesinado a un unicornio de sangre rosada y decorado con su cuerpo todo el lugar, estaba estupefacta.
No, eso era poco, casi podría decir que si su cuerpo a esta edad no estuviera tan sano podría haber muerto del shock. Su primer instinto fue llorar, tal vez porque para este cuerpo la carga de sentimientos era inmensa, abrazando su peluche lloro sin contenerse. Su respiración era pesada y sus ojos se aguaron mucho, lloro hasta que se cansó y cayó dormida.
Luego de varias horas de dormir pesadamente, el sonido de la puerta siendo empujada y las cosas que la bloqueaban cayendo al suelo genero un fuerte ruido.
—Yukiko, ¿ya terminaste de hacer tu rabieta?— el sonido de la voz de su madre hizo que el susto por el ruido, se convirtiera rápidamente en aflicción.
—¡Mamá!— como si de un sueño se tratara, Yuki se lanzó a abrazar el torso de su madre, la voz llena de dolor, miedo y tristeza sorprendió mucho a la alta mujer.
Yuki no sabía si todo era una ilusión pero eso no impidió que ella se sintiera extremadamente feliz de ver a su madre de pie; pues de hecho, luego del accidente su madre jamás volvió a ser la misma, en primer lugar cayó en una terrible depresión, que la llevó a la demencia eventualmente.
Pero ahí estaba ella, la mujer que la dio a luz, que le enseñó a bailar, que asistió a todas sus competencias, la mujer que ella mató en vida.
No sabía cómo volvió al pasado, ni porqué cada vez que se levantaba el sabor a sangre le inundaba la boca, o porque soñó con un niño rubio. Pero eso poco le importaba, su madre estaba viva y está vez no la defraudaria, en esta vida no se quejaría por las más de siete horas de entrenamiento, o por las verduras en su plato.
Su madre, por otro lado, sin entender lo que ocurría se permitió suspirar por esos pequeños labios bien cuidados y tomar en sus brazos a su hija de siete años, se preguntó si tal vez ese día había sido demasiado dura.
—Ya, ya, mamá está aquí— palpando la espalda de la niña, la mujer de cabellos rubios, pasó casi una hora masajeandola y diciéndole que se calme y le preguntándole que pasaba.
Pero cada vez que la niña intentaba hablar solo soltaba balbuceos, gemidos, llantos, palabras como: 'perdón', 'te quiero' y 'voy a ser buena', e incluso en algunas ocasiones se ahogó con su propia saliva.
La madre de Yuki, Azami, dejó envuelta a la mujer en el cuerpo de niña en una cobija y le puso las caricaturas para distraerla, Yukiko de hecho miro con atención la película del pequeño venado de nombre bambi, una parte de ella de hecho estaba inmersa en la trama, después de todo, no era la primera vez que su madre utilizaba en ella ese método de distracción para que olvidara diferentes cosas, tales como: las discusiones entre sus padres, los gemidos que salían de la habitación 'prohibida', las lastimadas que sufría durante los entrenamientos o su odio hacia su progenitora; tal vez por eso de grande disfrutaba tanto de las series o películas, y las drogas.
Por otro lado la madre de la niña solo miró desde la cocina a su hija lamentándose, en momentos como esos se preguntó porque no le hizo caso a su madre y aborto; agarrando otra cucharada de helado de fresa, lo saboreo en sus labios, mientras miraba como la niña limpiaba sus mocos en la cohibido azul cielo.
—Yuki, no hagas eso— le regañó mientras guardaba el envase de frijoles que realmente contenía helado.
—Si, mamá— la voz infantil de la niña se escuchó desde la sala, pero Azami frunció el ceño al oír como la llamó su hija, sin embargo recordando como la infante estuvo llorando toda la tarde prefirió dejarlo pasar.
Este era un nuevo comienzo para Yukiko, quien después de pasar por tantos baches en su vida y ver mucha mierda, cada una más desagradable que la otra, solo rió mientras veía la bonita interacción entre el bebe venado y el conejito.
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❝ Uncanny ❞ ⍉ Souta Kawata ⍉
Fanfiction❝-¡Cásate conmigo!- La niña de siete años miro al chico de lindos rulos, pedirle matrimonio. Tal vez porque era la primera vez que alguien le pedía matrimonio, ella dijo que sí. Lastima que el niño no sabía que la niña frente a él, mentalmente ten...