1. La luna está preciosa esta noche

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19 de Octubre de 2018

La tienda de mascotas está más tranquila que nunca y eso que ya son las cinco de la tarde, la hora en la que miles de niños curiosos deciden pasarse a ver los animales y, si tienen suerte ganándose el corazón de sus madres, llevarse uno a casa para que les haga compañía. Pero aquel día no había de rastro de ningún niño curioso que desease empezar el finde con una nueva mascota.

Kazutora estaba limpiando la trastienda, era la tercera vez que la limpiaba hoy, apenas habían tenido clientela pero Chifuyu tenía miedo de mandarlo a casa y que justo en ese momento entrase una oleada de niños con ganas de tocarlo todo y estresar a los animales. No odiaba a los niños, pero a veces pensaba que las madres deberían ser un poco más estrictas. El chico del pelo bicolor salió de la trastienza colgando la escoba dentro antes de cerrar la puerta.

- Pues nada, ya está todo limpio como los chorros del oro y todos los animales alimentados. He cambiado el filtro de los peces y revisado que todos los reptiles tengan la temperatura adecuada. – Kazutora le dedicó una sonrisa de oreja a oreja, dejando ver que deseaba que Chifuyu le felicitara por lo responsable que se había vuelto.

- Genial Tora, no se que haría yo sin ti.

El chico tenía ya veintisiete años y era más de un año mayor que él pero por la vida que le había tocado vivir a veces necesitaba que alguien le dijese que estaba orgulloso de él y Chifuyu lo sabía muy bien. Igual que sabía que el único motivo por el que se dejaba el pelo largo, a pesar de lo mucho que le molestaba en la cara, era para que el se sintiese como si su mejor amigo aún estuviese a su lado.

Los chicos esperaron largo y tendido  a que algún alma entrase en la tienda pero a una hora del cierre la única persona que había entrado era la anciana del edificio de al lado que una vez a la semana venía a buscar pienso para su perro y le pedía a Kazutora que le ayudase a subirlo.

- Esa señora debería aprender a venir más seguido y llevarse bolsas más pequeñas. – dijo al volver de su buena acción del día mientras se crujía los hombros- No todo el mundo accedería a subir quince kilos hasta un quinto sin ascensor, el día que yo no pueda ayudarla no se como lo hará.

- Deberías ir a casa y darte una ducha de agua caliente para reponerte.

- Si, ahora iremos juntos, solo una hora más y- Kazutora simulo que se quitaba los zapatos y se tumbaba en el sofá. - ¿Quieres que pidamos una pizza?

Hacia ya casi un año y medio que vivían juntos, no era algo que ninguno hubiese planeado y de hecho a veces eso les impedía desconectar del trabajo, pero Kazutora tuvo que mudarse de piso, a Chifuyu le sobraba una habitación y lo que empezó siendo una solución temporal acabó alargándose más de la cuenta al ver que ambos convivían bastante bien.

- Si, pero puedes ir tirando, no creo que entre nadie más en lo que queda de día. Puedo hacer el cierre solo mientras tú te duchas, que tardas mucho en lavarte ese pelo casposo tuyo.

- Te encanta mi pelo. – Kazutora se desató el moño que le sujetaba el pelo y sacudió su cabeza con un movimiento que seguro que mientras lo imaginaba le parecía espectacular, pero que no pudo evitar que a Chifuyu se le escapara una risa.- Esta bien, no te diré que no, hoy estoy reventado. ¿Quieres que pida las pizzas antes de entrar en la ducha y así pasas a recogerlas cuando vengas?

Chifuyu levantó el pulgar para mostrarse de acuerdo con el plan y Kazutora se apresuro en cambiarse y salir de la tienda. Miró el reloj, treinta minutos para el cierre. Sacó a Pelusa, un conejo que llevaba ahí prácticamente un año y al que no había manera de que se llevaran, de su jaula para limpiarla una última vez. De no ser porque Peke J ya estaba muy mayor para este tipo de sorpresas se lo habría llevado consigo a casa. Las ocho y media, hora del cierre. Fregó el suelo con lejía con la mala suerte de que volcó el bote con gel hidro alcohólico que tenían en la puerta a modo de desinfectante.

Otro intento [Bajifuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora