Extra: Bendición

1K 74 4
                                    

Dejó que el agua cayese por su cuerpo, había sido una mañana agotadora y aún quedaba una larga noche por delante. Apagó el agua para enjabonarse el pelo, ya lo tenía bastante largo, apenas se daba cuenta porque casi siempre lo llevaba recogido, pero en instantes como ese se daba cuenta de lo que le había crecido. Volvió a encender el agua para aclararse y el agradable agua caliente desapareció en cuestión de segundos, haciendo que chorros de agua fría recorrieran su cuerpo desnudo haciendo que se estremeciera. Odiaba el agua fría, le traía recuerdos del reformatorio, cuando les metían a todos desnudos en una sala con duchas sin agua caliente y les daban cinco minutos para ducharse y vestirle. No lo había superado. Si, Kazutora podía parecer fuerte, pero había muchas cosas que le recordaban al reformatorio y aún dolían. Las duchas de agua fría, la oscuridad, el silencio, algunos tipos de alarma... Se consideraba totalmente rehabilitado, pero todas esas cosas aún le dolían y le traían recuerdos horrorosos, daba igual el tiempo que pasara, esas cosas aún le superaban. Salió de la ducha y fue a su cuarto cubriendo su cuerpo solo con una toalla, le gustaba tener el apartamento solo para él, porque nadie podía recriminarle que fuese medio desnudo de un lado para otro. Abrió su armario, no sabía que ponerse. Los nervios que había podido controlar bien empezaron a aflorar, Senju iba a quedarse a dormir con él hoy. Llevaban meses tonteando, prácticamente desde el primer día que la vio quedó engatusado de ella, luego la fue conociendo, descubriendo que era una chica muy interesante y que ambos aspiraban a las mismas cosas en la vida. No hacía mucho que se había atrevido a besarla por primera vez al dejarla en su casa después de una cita, todo iba viento en popa, pero no se había preparado mentalmente para pasar su primera noche con ella. Había recogido su cuarto, cambiado la cama de limpio y se había duchado en un tiempo récord. Pero llevaba cinco minutos plantado delante del armario sin saber que ponerse. Finalmente se decidió por un jersey negro y unos vaqueros, la opción segura, antes de llamar a Senju, su princesa. Los tres pitidos que tardó la chica en coger el teléfono se le hicieron eternos, pero no pudo evitar sonreír al escuchar su voz desde el otro lado de la línea.

- ¿Si? – dijo con un tono de voz dulce.

- Hola, Senju. Tengo que comprar un par de cosas para esta noche. ¿Quieres que pase a buscarte antes y vamos juntos?

- ¿Ahora? – la voz de Senju sonó sorprendida. Kazutora temió no estar avisando con la suficiente antelación, pero la respuesta no tardó en llegar desde el otro lado de la línea. – Claro, ven cuando quieras, aún no estoy lista, pero puedes venir aquí y hacerme compañía mientras.

- Cojo la moto y enseguida estoy allí.

Colgó el teléfono mientras revisaba que Peke J tuviera comida y agua, cogió una chaqueta de su cuarto y corrió a la entrada a ponerse los zapatos y coger un casco para Senju. Después del accidente de Chifuyu, los tres chicos estaban bastante concienciados del uso del casco, así que no podía permitir que Senju fuese en su moto sin casco. Miró hacia la esquina vacía donde solía dejarlo y recordó que esa mañana había llevado a Chifuyu a trabajar y habían usado ese casco porque el de Chifuyu estaba en el maletero de Baji. No era un gran problema, la tienda le pillaba de camino, solo rezaba porque no le pidiesen que ayudase con el cierre, que por la hora que era es lo que sus jefes deberían estar haciendo.

Aparcó la moto en la puerta, la persiana entre cerrada le confirmaba sus sospechas, estaban haciendo el cierre. Pero a medida que se acercaba algo llamó su atención, la luz de dentro estaba apagada. ¿Acaso se habían ido y habían dejado la persiana a medio cerrar? Imposible, algo tenía que haber pasado. Levantó la persiana con cuidado descubriendo que, efectivamente todo estaba a oscuro. Que extraño...

Clavó su vista en el interior intentando ver alguna cosa, pero era incapaz de distinguir nada. Intentó abrir la puerta; cerrada. Sacó sus llaves del bolsillo y agradeció llevarlas siempre encima a pesar de las broncas que tenía con Baji por si las perdía por ser un descuidado. Las llevaba por si había alguna emergencia, como esa, necesitaba su casco. El silencio de la tienda le invadió al entrar. Que extraño, siempre hacían el cierre con música, nunca cerraban la puerta de cristal y desde luego sus amigos tenían que estar ahí, porque nunca dejaban la persiana a medio cerrar a menos que estuvieran dentro.

Otro intento [Bajifuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora