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 El corazón de Hiro estaba tan acelerado que pensó que se le saldría del pecho

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 El corazón de Hiro estaba tan acelerado que pensó que se le saldría del pecho. No se acordaba de la última vez que se sintió tan asustado. Ni siquiera su última misión le había dejado tan abrumado como la sensación que tenía al pensar que cada segundo que pasaba sin encontrar a Miguel en las calles, incrementaba la posibilidad de que encontrara al mexicano en el peor estado posible. No podía dejar de imaginar cosas horribles. Así que cuando lo encontró por fin, fue un alivio ver que por lo menos parecía estar moviéndose, o temblando más bien. Se acercó mientras se quitaba el casco, y Miguel estaba sentado en el suelo tiritando, pálido como si hubiera visto al mismísimo diablo.

 —Miguel, ya estoy aquí —le murmuró, intentando que le pusiera la vista encima, pero Miguel no le correspondía, por más que Hiro le volteara el rostro hacia él, Miguel tenía los ojos perdidísimos, y respiraba irregularmente, como si estuviera teniendo un ataque de pánico—. Miguel, respóndeme, ¿te hicieron daño?

 Nada. No había respuesta.

 —Hiro —le habló Baymax—, Miguel está pasando por mucho estrés en este momento. Está en estado de shock y sus heridas deben ser tratadas.

 —¿Heridas? ¿Dónde? —preguntó Hiro alejando sus manos de inmediato. En la oscuridad de la noche y con la poca iluminación que brindaban los postes de la ciudad, no lograba visualizar ninguna herida que estuviera superficial, por lo que quiso ser cuidadoso.

 —Mi scanner muestra quemaduras de segundo grado en ambas manos y en los brazos, y una herida hecha con un objeto punzante en el omóplato derecho. Sugiero llevarlo al hospital lo más pronto posible.

 —¿No puedes tratar sus heridas tú mismo? —preguntó Hiro angustiado.

 —Me temo que con la poca batería que me queda, eso no será posible.

 Hiro estaba a punto de entrar en pánico. Estaba en una situación tan devastadora que la mente se le nublaba y necesitaba pensar con la cabeza fría si quería solucionar lo que acontecía. Respiró profundamente para calmarse y agitó la cabeza. ¡Muévete! ¡Rápido!

 —Vuelve a casa Baymax. Lo llevaré yo mismo al hospital.

 Baymax acató las órdenes. Apenas un segundo después de haber recibido el mandato, activó sus propulsores y se echó a volar. Hiro se quedó con Miguel. Quería hacerlo reaccionar de algún modo. Pero estaba siendo imposible.

 —Miguel, por favor, háblame.

 Nada. Seguía mirando un punto fijo y murmurando cosas sin sentido, con la respiración irregular como si hubiera corrido una maratón, temblando como si tuviera muchísimo frío. Hiro podía ver que en realidad estaba muerto de miedo. Le tomó los antebrazos para ver sus manos, y vaya que estaban heridas. Sus brazos también, y aún no veía su herida en la espalda.

 —Miguel, respóndeme, dime algo, lo que sea.

 Hiro sostuvo su rostro de nuevo con una mano y le hizo mirarlo, pero Miguel seguía perdido. Hablaba en un idioma desconocido para Hiro, quería pensar que era español. Lo único que entendía era "por favor", "ayuda" y "papá". Las manos de Hiro le intentaban guiar la mirada, pero el mexicano atisbaba cada rincón del lugar como si Hiro no estuviera frente a él.

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⏰ Última actualización: Feb 20, 2022 ⏰

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