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 En la última hora de su jornada en la universidad, Miguel salió del auditorio un poco antes esperando que no hubiera mucha gente en los pasillos y buscó un lugar lo bastante apartado como para que nadie le viera ni pudiera escuchar. Buscó sus audífonos y se los puso en los oídos, sin música, sólo los puso ahí, y justo al doblar en una esquina segura para hablar, se dio la vuelta para encarar al espíritu que llevaba rato siguiéndole. Sabía que estaría justo atrás de él, casi podía sentirle respirando —aunque no lo hacía obviamente, porque estaba muerto— pegadito a su espalda.

 —Ya te dije que puedes irte. Puse las últimas flores y pétalos de cempasúchil que me quedaban en tu tumba, con eso tienes el camino más que marcado hacia la Tierra de los Muertos. ¿Por qué sigues aquí?

 —¿Te molesta que te siga? —le respondió el espíritu con una sonrisa burlona en el rostro.

 —No te estaría diciendo que te vayas si fuera lo contrario.

 —Oye, ¿Por qué eres tan desagradable conmigo y con mi hermano te la pasas coqueteando?

 —No coqueteo con tu hermano.

 —Los vi en el café, Miguel, quieres aprovecharte de mi hermanito bebé...

 —¿Por qué me espías? Ya deja de seguirme. Basta.

 —Pero es que me caes bien...

 —¡Tadashi! —Miguel alzó la voz. Se quedó inmóvil y miró hacia todos lados. Por suerte no había nadie cerca. Ojalá nadie le haya escuchado—. No jodas... Vete ya. Hiro estará bien, te lo puedo asegurar. Y tú lo podrás visitar en el día de los muertos cada año. Pondré tu foto en mi ofrenda en casa para asegurarme de que así sea.

 Tadashi cruzó los brazos y se apoyó en la pared. Miguel se preguntaba seriamente si este chico había sido en serio como Hiro se lo describía. Le llegaba a impacientar como nunca nadie lo había hecho y él alardeaba de la paciencia que siempre había tenido, con niños, jóvenes, adultos, padres, madres, ancianos, todos. Era fácil tratar con ellos en las consultas y salas de emergencia. Pero Tadashi... Tadashi era im-po-si-ble. Y lo peor era que no se podía quejar con nadie sobre ello. Al menos de los pacientes luego hablaba con sus colegas o Mabel para descargar las tensiones, pero ¿hablar sobre los muertos que ve? Eso no lo hacía con nadie más que su almohada.

 —¿Sabes? Eso es lo más lindo que me has dicho desde que nos conocimos.

 —Te juro que nunca había conocido un muerto que gustara tanto de estar acá. ¿Por qué no sólo te vas a la Tierra de los Muertos? Allá se pasa mucho mejor que acá.

 —Aquí está mi hermanito bebé y mi tía favorita —ahí va de nuevo.

 —Pero no puedes estar más tiempo aquí, Tadashi, entiende...

 —¿Por qué no?

 —Pues...

 ¿Cómo le explicaba eso? Sentía que nada daría resultado con el mayor de los Hamada. Por más que se daba el tiempo de comunicarse con él, le era imposible. Era más testarudo que cualquier persona que hubiera conocido. Él estaba bien muerto, pero así no entendía el riesgo que había y que todos corrían si pasaba más tiempo del que se le permitiría en la Tierra de los Vivos.

 —No hay razón para irme. Y ya tengo tu bendición, con eso tengo pase gratis para quedarme el tiempo que desee.

 —Tadashi, no... Esto no funciona así... Ah, olvídalo, te lo explicaré luego. Tengo que ver a Sophie —dijo Miguel, dando algunos pasos para alejarse de Tadashi— Por favor, no me sigas. Ve con Hiro o con Cass...

CAIM; Marigold [HiroxMiguel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora