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El coyote.

 El desayuno estuvo tranquilo dentro de lo que pudo ser una primera cita

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 El desayuno estuvo tranquilo dentro de lo que pudo ser una primera cita. Miguel hacía que la conversación estuviera siempre amena y divertida, haciéndole preguntas para que no muriera ni se formasen silencios incómodos. Ninguno de los dos se conocía lo suficiente, así que era la oportunidad perfecta para quitarse las estampas y ser ellos mismos, después de todo por algo habían quedado de quedarse; si no tuvieran interés en saberse cosas, ninguno estaría ahí. Hiro tampoco se quedaba atrás. Podía ser la persona que siempre quiso ser con él: más sociable, más parlanchín, menos arisco, más alegre.

 Y le gustaba esta nueva faceta.

 —¿Cómo estuvo ayer tu día de voluntario? —preguntó Miguel, apoyando su codo sobre la mesa, sosteniendo su cabeza con la mano hecha puño

 —Umh... ¿La verdad? —preguntó Hiro mientras jugueteaba con su comida.

 Miguel soltó una suave carcajada y asintió un par de veces, pero Hiro se mordió el labio inferior, sin querer responder. Miguel apostó a que no quería hablar sólo para que luego él no le fuera con chismes al equipo con el que había trabajado. También apostó a que Kyle le había hecho el día imposible.

 —Bueno, digamos que Kyle fue algo... insoportable. Como siempre.

 —¿Siempre? —preguntó Miguel, bastante atento a todo lo que Hiro decía— ¿Ya se conocen?

 —No exactamente. Bueno, una vez me lo encontré cerca del instituto y pues, pensé que... pensé que era otra persona. Desde entonces me lo encuentro en las circunstancias menos esperadas y por alguna razón siempre me la hace difícil. Supongo que sabes de qué hablo.

 Miguel rió por lo bajo y asintió varias veces.

 —Cuando llegué a hacer mi práctica, él fue el primero que me instruyó, así que sé de lo que hablas —comentó el mexicano, alzándose de hombros—, espero que él no sea motivo para que no vuelvas más a ser parte del equipo.

 En el rostro de Hiro se formó una sonrisa al escuchar eso, con la mirada fija en los ojos de Miguel, asintió un par de veces.

 —De hecho estaba considerando ir de nuevo cuando tenga otro día libre.

 A ambos le agradaba la idea de que el japonés volviera al hospital. Se hubieran alegrado de saber que la profundidad del asunto abarcaba las ganas que ambos tenían de tener otra ocasión para compartir la compañía del otro.

 —Genial. Todos comentaron ayer lo asombroso que es tu robot. En verdad ayudó mucho a hacer más rápidas las tomas de exámenes y diagnosticar.

 —Sí, para eso lo programó mi hermano —dijo Hiro, inflando un poco el pecho—. Yo lo he ayudado un poco a buscar más información sobre enfermedades y sus síntomas, pero no es lo mismo recopilar información que ponerla a prueba. Ayer lo hizo bien saber que todo lo que aprendió puede ser útil para él y sus futuros pacientes.

CAIM; Marigold [HiroxMiguel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora