-Adelaide, hija, necesito que me hagas un pequeño favor- dijo mi padre con su mirada en el espejo ajustando su corbata.
-¿Qué favor?- respondí un poco distraída mirando a la ventana. Afuera hacia un día precioso, pero yo tenía que hacer tareas.
-Me gustaría que me acompañarás a la cena de hoy en la noche con los socios, para que te familiarices un poco con el negocio- yo seguía mirando por la ventana, sin haber puesto demasiada atención a lo que papá me decía. Así que solo respondí un simple monosílabo.
-Si.
-Gracias, hija, y recuerda que hoy iremos a dónde tu madre- esa simple palabra me hizo volver de la maraña de pensamientos que tenía, y un nudo se formó en mi garganta, solo pude asentir.
~~~
El recuerdo de esa conversación vuelve a mi mente muy vagamente, tenía 16 años y mamá tenía 5 meses de haber fallecido, aunque aún, a mis 21 años sigo sin poder creerlo del todo.
Pero eso es parte de esta cruel y al mismo tiempo maravillosa experiencia llamada vida.
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Perdiéndote
RomansaAdelante, ríe de mí, ya no importa. Y seguramente te preguntes cómo fue que terminé perdiéndote, pero no te confundas, yo no puedo perder algo que nunca tuve, y es que siendo honesta, nunca te sentí mío y tampoco me considerabas tuya. Mi nombre es A...