Adelaida.
Cuando llegamos al aeropuerto sentí como el ambiente dentro del auto se ponía algo incomodo.
Desabroche lentamente el cinturón de seguridad tratando de tomar el valor para verlo a la cara.
Cuando finalmente nos miramos pareció que pudo leerme la mente.
- Se te hace tarde - dijo rompiendo el hielo mientras veía su reloj.
- Si, creo - pause - creo que debo irme - dije finalizando mi frase.
- Si - me miró a los ojos pero esta vez de una manera fría e intensa - Recuerdas todo ¿no?.
- Si no te preocupes, estaré bien - tome mi bolso y guarde mi celular.
- La que te regale en nuestro aniversario - dijo mientras veía el bolso entre mis manos.
- Si, ¿te molesta que la use? - comencé a sacar tontamente mis cosas del bolso - puedo devolverla.
- Espera - dijo poniendo una de sus manos sobre la mía - claro que no, te la regale con mucho cariño y desinterés. - sonrió de lado.
- ¿Seguro? - pregunté nuevamente y el solo se limitó a asentir.
Guarde nuevamente mis pertenencias y abrí la puerta del auto.
- Te ayudaré a bajar tu equipaje - dijo imitando mi acto.
Cuando ambos bajamos caminamos hasta la cajuela y empezamos a bajar mi equipaje.
Cuando terminamos de bajarlo lo acomode.
El cerro la cajuela y ambos nos quedamos viendo fijamente a los ojos sin decir ninguna palabra.
Por inercia mi mirada bajo desde sus ojos hasta sus labios y él lo noto.
El mojo levemente sus labios.
Se acercó a mí, quise dar un paso atrás pero antes de que logrará hacerlo sus fuertes brazos me envolvieron y atrajeron hacia él bloqueandome el paso con un abrazo.
Por instinto solté mi equipaje y puse mis manos en su cálido rostro.
Sin poder evitarlo me acerque a él dejando mis labios a la altura de los suyos y antes de que yo pudiera besarlo él lo hizo.
El beso me hizo sentir demasiadas cosas que no tengo claras, quizá sólo estoy siendo egoísta y lo quiero para mi sin estar con él.
Son sentimientos verdaderos que me hacen florecer de una manera que no tiene sentido.
Cuando fui a Tijuana hace unos días estuve a punto de dejarlo todo e irme con él, pero después lo vi con otra y decidí definitivamente dejarlo a él.
Pero sin embargo no puedo dejar de pensar en él y en todo lo que vivimos.
Al final un poco de cordura regresó a mi cuerpo y lo aleje.
- Es hora de irme - dije pasando una de mis manos por mis pocos adoloridos labios.
- Lo siento, no - lo interrupi.
- Dejalo así, debo irme - tome nuevamente mi equipaje.
- Cuidate mucho y recuerda hacer todo acorde al plan, si sientes que estás en peligro recuerda la dirección de emergencia y huye - asentí.
- Gracias por - suspiré - olvidalo, cuidate y espero verte pronto.
Ambos sonreímos a boca cerrada.
Sin decir nada más y sin voltear atrás entre al aeropuerto.
...