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-¿Qué hace ella aquí? - pregunto mirándome directamente a los ojos - ¿Otra de tus viejas Román? - Pregunto nuevamente con una sonrisa en el rostro.
- No, para nada es la muchacha que me encargo ir a recoger - el tipo del cual estaba un cien por ciento segura de su identidad me miró con curiosidad.
- A chinga, no es por hacerle el feo veda mija pero de usted si no me acuerdo - me miró de pies a cabeza deteniendo su mirada en mi escote - pero vengase conmigo unos cinco minutos y hacemos memoria - dijo esbozando una sonrisa.
- Creo que acá hay un mal entendido - dije esbozando una falsa sonrisa en mi rostro.
- Román explica este desmadre que yo ya no entendí nada y eso que apenas llevo media botella - Román dio un paso al frente de mi acercándose más al sujeto que tenía enfrente.
- Esta no es una de sus viejas - dijo finalmente Román.
- ¿Entonces?.
- Es la que viene de parte del ciego de Tijuana - El sujeto me miró muy impresionado.
- ¿Usted es la vieja que viene de parte del ciego? - asentí - déjeme decirle mija que las fotos que me enviaron de usted no le hacen nada de justicia, quien diría que una muchacha tan bue... bonita anda metida en este ruedo yo ya andaba pensando en otras cosas - dijo con una sonrisa juguetona.
- Lo único que puedo decir es que las fotografías no son lo mío, Adelaida mar - me retracte - Adelaida un gusto - dije estirando mi mano.
- Nestor - tomó mi mano y recompuso su voz - el nini.
...
Tome un último trago de mi vaso de whisky.
Me tomé un momento para ver a mi alrededor.
Solamente veo mujeres con una extravagante y muy llamativa apariencia con cuerpos que son muy desarrollados o muy operados.
Hombres que no se ven par nada agradables algunos se han dedicado a tratar mal a varias mujeres, me imagino que son sus acompañantes pero aun así eso no quita que sean unos salvajes.
- Deje de juzgar - dijo Román a mi lado.
- No lo hago - Román me miró y negó.
- Se le nota en la cara de hecho esas mujeres de allá - señaló a un grupito como de cinco mujeres que estaban sentadas en una mesa - están a punto de venir y romperle la madre.
- Ni siquiera las había visto - mencione - además no me gusta pelear con mujeres, las mujeres estamos para ayudarnos no para pelearnos - mencione levantándome de mi lugar.
- Pues lastimosamente aquí las mujeres no piensan así, mejor póngase trucha si no quiere que la agarren de las greñas.
- Por más que ellas quisieran hacerlo no lo lograrían - recordé un poco de mi entrenamiento - ni siquiera tú.
-Deje que me ría - sonrió falsamente - yo no sé cuál es la dicha de tenerla acá si de lejos se ve que no es nada de lo que dice ser - soltó en forma de burla.