seis

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Las entradas del zoológico fueron rápidamente olvidadas dentro de la caja una vez más.

Empezaba a tener el tiempo en contra, y si Jaemin decidía mirar por eternos minutos todos esos recuerdos, no acabarían nunca, así que rápidamente tomó esas adorables tiaras de color rojo y blanco.

Su corazón dolía, todas esas cosas tenían un significado tan importante en su vida, que dolía siquiera pensar en deshacerse de ellas.

Pero era lo que tenía que pasar, no podía retroceder ahora.

— ¿Qué es lo primero que piensas con esto? — Le preguntó al menor.

— Pues... Pienso en esa noche, en ese día... y lo mucho que lo disfruté. — Dijo con una sonrisa un tanto traviesa. — Me preguntaba si había algo que indicara... ya sabes.

— ¿Intentas burlarte de mi? — Entre cerró sus ojos. — ¿Crees que guardaría un condón o algo así?

— Dios, Renjun, no... — Dijo avergonzado, dando unas miradas a su alrededor. — Sólo... no sé, algo de aquel día que lo hicimos... o... bueno, no importa.

— Sí, ya no importa.

— Fue nuestro primer Halloween juntos. — Dijo finalmente, tomando la tiara blanca para ponerla em la cabeza del mayor. — Y también celebramos nuestros cien días juntos.

— Aunque no hicimos mucho por los cien días, solo fue una fiesta de Halloween. — Acomodó su tiara de ángel, tratando de recordar bien aquel día.

— No es cierto... bueno, un poco sí, pero celebramos los cien días dentro de la fiesta, yo me divertí mucho contigo, y creo que es lo que importaba, que disfrutáramos el día juntos. — Dijo mientras se ponía su tiara de demonio.

— Tienes razón, sí nos divertimos mucho. — Sonrió, viendo a Jaemin intentar prender las luces de sus cuernitos.

Halloween había sido bastante insignificante para Renjun durante los últimos años antes de conocer a Jaemin, sus amigos de ese entonces iban a fiestas que involucraban demasiado alcohol y drogas, y aunque a sus veintidos años había consumido todo tipo de licores —y alguna que otra sustancia ilegal, no vamos a mentir. —, no era gran fan de una ambiente donde la gente tenía sexo en cualquier lugar, y eran capaces de inhalar la línea más perfecta de coca en un pestañeo.

Sí, eso no le gustaba para nada.

Prefería quedarse en casa, comprar muchos dulces y repartirlos a los molestos niños que tocaban su puerta.

Así que lo primero que pensó en hacer cuando Jaemin propuso ir a la fiesta de Donghyuck por Halloween, fue en negarse.

Las fiestas de Donghyuck tampoco eran muy tranquilas que digamos, le bastó sólo un mes de conocerlo para saber eso.

Aunque era muy diferente a aquellas otras fiestas que conocía, sí había sexo, pero habían habitaciones para ello, si alguien se atrevía a hacer algo indebido en otro lugar, quedaría vetado de por vida de las fiestas de Donghyuck, al igual con las drogas, estaban prohibidas aquellas demasiado severas.

Por ello, Jaemin sólo tuvo que proponerle la idea de un disfraz en conjunto para que el mayor volviera a pensar en la oferta.

Era tentador, pues a pesar de quedarse usualmente en casa, le gustaba disfrazarse, y admitía que siempre había querido intentar eso de ir disfrazado en pareja con alguien.

Y ese alguien era Jaemin, honestamente, todo lo que le gustaba en una sola oración.

Bien podía dejar un tazón con dulces en su puerta con una nota para los niños, no le importaba arriesgarse a perder un tazón.

the end; renminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora