Pasión

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Están extasiados en la mirada del otro, él, de espaldas con los brazos atrofiados y las piernas semi estiradas disfrutando del peso de su amante; ella a horcajadas sobre su pelvis, con las tetas bamboleándose mientras se inclina para besarlo tiernamente. Los alientos tibios chocan como monzones en plena temporada y una lluvia de saliva refresca sus lenguas; la mujer acerca un pezón a los labios del hombre que ansiosos lo rodean para chuparlo, ella gime y él engulle toda la carne que puede, muerde con desesperación, lame furtivamente hasta que la columna de su amada forma un arco con olor a orgasmo; le clava las uñas mientras siente como se tensa cada músculo y el placer la eleva hasta el descontrol.

Se desploma respirando agitadamente, su pecho se hincha y deshincha como el fuelle de un bandoneón después de llorar un tango; ya más calmada va dejando besos cortos desde el cuello hasta el pubis de su amado, sin perder tiempo forma una o con los labios y se introduce lentamente el pene erecto completamente; su lengua va y viene debajo del glande acariciando delicadamente la zona más sensible de esa parte del cuerpo, un sabor salado se siente agradable en sus papilas gustativas, es el líquido pre seminal que anuncia la excitación del hombre.

Para él ese momento se convirtió en un sueño, en algo imposible que cobró corporeidad, le es muy difícil hablar, decirle algo, las palabras que domina con facilidad ahora son rebeldes que se le escapan en silencio.

Ella se aleja, va por un condón y se lo coloca con una maestría asombrosa, rápidamente se pone en cuclillas y se introduce la pija con delicadeza; no dejan de sonreír ni por un minuto, balbucean y se disfrutan, ella se mueve liberando y protegiendo el sexo de su hombre, es la tortura más deliciosa que le podría ofrecer a aquel tipo. Los movimientos se aceleran vertiginosamente, el descontrol y la lujuria se mezclan con el sudor y el deseo, un grito (no se sabe de quién) atraviesa la habitación mientras fluye una hermosa catarata de flujo que empapa hasta la barriga del hombre, y dentro de ella, él explota en lechazos soberbios.

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