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Disfrutando de la comodidad que su acolchada cama tenía para ofrecerle, Namikaze yacía sentado recargando su espalda contra el respaldo de la misma y con su laptop sobre sus piernas. Desde la noche del viernes, luego de regresar de su chequeo médico, tanto su laptop como sus auriculares se habían vuelto indispensables para sobrellevar su día a día, puesto que se veo ensimismado en la búsqueda de piezas de música clásica que pudiesen haber por internet y ni siquiera para aquella fresca noche de domingo su entusiasmo se vio perturbado, al contrario, tenía la sensación de que mientras más vagaba por Internet, más ganas tenía de seguir adelante con su cometido.

Dio inicio a su encrucijada por aquellas piezas musicales que ya le eran conocidas y con el paso de las horas tomó por aventurarse poco a poco hacia lo desconocido, melodía que aparecía en su camino era melodía que procedía a oír con total atención mientras procedía a indagar en la historia de las mismas y el propósito por el que fueron compuestas, buscando comprender su significado.

Era alucinante para Naruto pensar que una actividad como esa haya sido capaz de capturar su atención durante ya tres días... y pensar que fue su anticuado profesor de música quien le dio la idea, al principio pensó en buscar melodías tal y como le sugirió solo para sobrellevar el aburrimiento que lo abordaba en los interiores de su hogar, pero una vez que lo intentó ya no tuvo la voluntad suficiente para quitar los dedos del teclado. Era un hecho imposible de negar, su relación con Sakura estaba generando un cambio en su persona y estaba haciéndolo para bien, estaba pasando de tocar por obligación a desear ser escuchado, quería que Sakura oyera su música, no quería que oyera una interpretación vacía que le ordenaron hacer, sino todo lo opuesto. En pocas palabras, aunque pocos eran los minutos que tenía para dedicarla a la semana a la mencionada chica, estos sin duda hacían la diferencia en él, lo cual incluso comenzó a ser notado algunos a su alrededor.

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Naruto yacía sentado, apacible, sobre el verde césped del verde espacio que era utilizado como patio en la preparatoria, observando desde su sitio a sus amigos en compañía de otros chicos, cuyas identidades le eran desconocidas, pasar el tiempo con un balón de baloncesto. Los deportes de balón no eran de su estilo, o sea, no pudo ponerlos en práctica más que un par de veces durante su infancia debido a su enfermedad, pero aún así se atrevía a declarar que no eran de su preferencia pese a que ha tenido oportunidades en que se le cruzara el pensamiento empapado en curiosidad, preguntándose por la sensación de realizar una actividad tan exhaustiva como esa.

Sumido en sus ideas, Namikaze espabiló frente a la repentina aparición de una lata de bebida gaseosa ante sus ojos, la cual estaba siendo sostenida por Shikamaru, uno de sus mejores amigos, quien formuló el comentario. –Si no la quieres, puedo ir y dársela a alguien más.

Naruto aceptó el gesto de su amigo sin rechistar, percatándose además cómo este se acomodaba a su lado sobre el verdoso suelo.

Es irónico ver que pareces estar divirtiéndote vagando por las nubes, creí que te parecía algo absurdo o aburrido, siempre me llamas la atención cuando lo hago después de todo.

Bueno, no es como que tenga algo mucho mejor que hacer, sabes que no puedo forzarme a realizar ningún tipo de entrenamiento físico. –Comentó Namikaze, dándole un trago a la bebida que anteriormente le fue ofrecida. –¿No vas a unirte a ellos?

Los juegos de balón no me intrigan demasiado, no son lo mío.

¿Y qué es lo tuyo entonces? ¿El shogi?

Tú ni hables, te dedicas a tocar el piano, no es muy diferente.

El joven y rubio pianista hizo uso de cierto nivel de sátira al momento de formularle tales preguntas a su amigo, quien no tardó en responderle del mismo modo. Posteriormente a aquel intercambio de comentarios con intenciones burlescas de por medio, un silencio se sembró entre ambos adolescentes, limitándose a disfrutar de sus bebidas entre el bullicio del entorno en que se hallaban antes de tomar nuevamente la palabra.

Al compás de la melodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora