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Habituado a regresar a aquel sitio que debía de llamar hogar y con el atardecer manifestándose en lo alto del amplio cielo que yacía sobre él, Namikaze se acomodó sobre el asiento del vehículo en que viajaba, y durante todo momento, sus azules ojos estuvieron atentos sobre todo aquello que se encontrase más allá de la ventana a su lado. Yacía pensativo, dos días transcurrieron desde el inusual encuentro que tuvo con Sakura y por más que lo intentó en su momento, fue incapaz de obtener alguna respuesta satisfactoria por su parte, su frustración era tal que, inevitablemente, rememoraba en su cabeza la ocasión en la que buscó expresarle su preocupación ante su extraño actuar.

–Por favor, sé que ha de haber algo que tengas que decir, algo que explique lo angustiada que has estado desde que llegué hoy. –Expresó Naruto, dedicándole su total atención a la muchacha que yacía de pie frente a él.

–Pero ya te lo he dicho, te equivocas...

No, no es así. Sakura, cuando te vi hace unas horas atrás me di cuenta de que, en todo momento, apretabas tus manos con cada respuesta que me dabas. –Se explicó. –Estás haciéndolo incluso ahora mismo.

En el instante en que Naruto hizo tal declaración, Haruno hizo ademán de separar sus manos en cuanto cayó en cuenta de la fuerza que, efectivamente, había estado ejerciendo sobre ellas. No obstante, debido a su rápida intervención, Namikaze mantuvo entrelazadas las pálidas manos de su acomplejada compañera de cortos y rosados cabellos, envolviéndolas cuidadosamente entre las suyas con el propósito de brindarle el bienestar que tanto parecía hacerle falta.

–Puede que esté siendo demasiado insistente, pero después de verte comportarte de ese modo... no puedo evitarlo. –Luego de permitir el paso de unos cuantos segundos, los suficientes como para que el temblor en las manos de Sakura cesara, dijo. –Sakura, ¿ocurrió algo el día que no estuve aquí?

Naruto aguardó en silencio a que Haruno se atreviese a formular una frase que contuviese las respuestas por las que estaba ansioso por escuchar, y durante su espera, avistó en la expresión de su blanquecino rostro la incertidumbre con la que parecía estar luchando desde su interior, pugna que llegó a su fin al momento en que, finalmente, se animó en abrir la boca.

–No es nada que valga la pena como para que tengas que asustarte tanto... Solo tuve un pequeño altercado con mi instructor de piano.

–¿Altercado dices? ¿Qué tipo de altercado?

–Se molestó conmigo porque tuve complicaciones para aprender una parte de la nueva melodía que me está enseñando.

Aún cuando hizo aporte de tal breve resumen de la problemática en cuestión, Sakura estaba esperando recibir algún tipo de contestación por parte de la persona que tomó la iniciativa de hablar de ello en primer lugar, pero no fue capaz de oír ningún tipo de sonido por su parte, al contrario, el silencio que estaba guardando era absoluto.

En consecuencia de ello, Haruno permitió que una breve risita fuese oída a través de sus labios con la esperanza de aligerar un poco tal pesada atmósfera en la que se encontraban envueltos. –Él es algo intenso cuando de música se trata, quizás tiene razón al decir que debería tocar a la perfección a estas alturas... después de todo, he estado tomando sus clases durante años.

–¿Acaso eso no te incomoda?

Aquella falsa sonrisa que Sakura había estado enseñando desde que formuló su último comentario se vio alterada por la directa pregunta de quien aún sostenía sus manos, ocasionando que sus labios se curvaran en una entristecida mueca. Puede que no pudiese ver la expresión que Naruto tenía en esos momentos, pero guiándose por el tono de su voz... se oía serio, estaba demostrándole su preocupación por su bienestar sin ningún problema.

Al compás de la melodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora