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Independientemente de los acontecimientos desarrollados los últimos días, Naruto Namikaze, quien yacía postrado sobre su helado asiento con evidente agotamiento, a nivel psicológico más que físico, daba sus mejores esfuerzos por resistir a aquella rutina a la que se vio acostumbrado desde que era tan solo un niño de primaria.

Era bastante tentador caer ante aquellos pensamientos en su cabeza, los cuales le repetían sin descanso que se marchara de ahí, que tan solo por una vez en su vida rompiera aquellas molestas reglas que le fueron impuestas y cediera a sus propios intereses. Sin embargo, su último encuentro con Sakura la semana pasada era parte de sus intereses ahora, la curiosidad que sentía era tal que verla se volvió su mayor fuente de energía para mantenerse en pie dicho lunes.

Naruto era consciente de que pronto sería la hora de volver a cruzar palabra con Haruno, faltaban menos de cinco minutos para que el reloj marcase las cinco y treinta de la tarde, literalmente era solo cuestión de tiempo para que terminase de tocar el piano para luego, según se atrevía a suponer, dirigirse al sitio que fue establecido por la muchacha para llevar a cabo su clandestino encuentro y fue durante aquellos desesperantes minutos en los que intentó centrarse en la melodía que estaba interpretando, siendo en esta ocasión Gymnopédie No.1 de Erik Satie, enfocar sus sentidos sobre su delicado tocar hacía más llevadera la ansiedad que amenazaba con dominarlo con cada segundo que transcurría.

–Vamos a tomarnos unos veinte minutos de descanso. –Anunció Jiraiya, quien detuvo su continuo caminar en frente del instrumento de considerable tamaño, quedando así de frente al joven que debía instruir. –Podría darte alguna corrección, pero no tengo nada que corregirte.

–No creo que haya nada más que puedas enseñarme, viejo.

Jiraiya se tomó aquel comentario con total humor, había estado acompañando Naruto desde hace años, lo conocía casi como a la palma de su mano, por lo que era consciente que no formuló tales palabras con el fin de ofender, simplemente así era él... tenía temperamento.

–Estaba pensando... Como tu instructor soy yo quien escoge todas estas partituras para que las aprendas, pero ¿no te interesaría buscar alguna por tu cuenta?

–¿Yo? ¿Por qué lo haría? –Preguntó el rubio joven, arqueando una ceja en lo que miraba al mayor que le acompañaba.

–Se me ocurrió que quizás te interesaría buscar interpretar algo que esté "más a tu nivel".

–¿Es eso o ya te cansaste de buscarlas tú mismo?

–Al menos piénsalo, dale a este vejestorio la posibilidad de al fin enseñarte algo. –Luego de que Jiraiya soltase unas cuantas carcajadas por sus últimas palabras, comentó. –Venga, ve a darte una vuelta y nos vemos aquí dentro de unos minutos.

Luego de que Jiraiya le diese unas afectivas palmadas en el hombro y lo dejase completamente solo, Naruto se tomó unos instantes para corroborar que nadie mostrase señales de querer aparecerse pronto por aquellos pasillos, solo se atrevió a abandonar el salón cuando se aseguró de que el silencio que ahí persistía no sería momentáneo y con sigilo dirigió sus pasos a través del no muy extenso pasillo y así llegar hasta la sala que yacía hasta al fondo a la izquierda, espacio en que Sakura debía de estar esperando por él, según le informó.

Una vez se vio frente a la dichosa puerta, dubitativo, tocó sin demasiada fuerza haciendo uso de sus nudillos a la espera de una respuesta y solo consiguió relajarse al oír la imperturbable voz de Haruno al otro lado, incitándole a entrar.

–Así que decidiste sí venir de todos modos, Naruto. –Comentó Haruno en cuanto la puerta de la habitación fue cerrada.

–Hasta ahora no he dicho ni una sola palabra, ¿cómo estuviste tan segura de que fuese yo y no alguien más?

Al compás de la melodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora