Dos

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CAPÍTULO 2:

Cuando desperté me costó asimilar dónde estaba y con quién no estaba. Beck y yo abandonamos el hotel temprano en la mañana, sin desayunar o comer nada porque yo ya no aguantaba. No podía pasar una noche más sin ella y preguntándome si le habían hecho daño o peor, azotado con el látigo que hace sonreír a las mujeres de los videos.

Beck condujo por un largo rato, cada tanto me hablaba y hacía preguntas sobre las clases de manejo que me había hecho tomar anoche, yo recordaba con extrema claridad cada señal de tráfico y lo que debía hacer en cualquiera de las situaciones que me contó, como un choque o que nos pare la policía.

Finalmente cuando el auto se detuvo frente a una gran casa con paredes de vidrio que nos permitían ver al interior, me paralicé.

-Ve- me alentó poniendo una mano en mi hombro y me removí, pero al bajar no di dos pasos sin detenerme a pensar.

¿Y si ella quiere que la azote?
¿Debería regresar cuando sepa hacerlo?

-¿Pasa algo?- Preguntó Beck y observé por los vidrios buscando a mi muñeca, pero allí no había nadie, las luces estaban apagadas, los muebles solos y abandonados.

¿Dónde estaría a esta hora de la mañana?

-No- murmuré y avancé veinte pasos hasta la puerta y toqué el timbre. Esperé los treinta segundos más cortos de mi vida, la eternidad la había vivido sin ella, ahora este corto tiempo no era nada.

Y la puerta se abrió.

Un hombre recién despierto se me quedó viendo.

-¿Dónde está mi Barbie?- le pregunté viendo sus manos, preguntándome si le había hecho daño a ella y por ende yo debía hacerle daño a él para vengar a mi amor, pero sus palmas estaban lisas, no había señal de cayos producidos por un látigo, no obstante no me relajé, sus ojos negros y profundos tenían una oscuridad que iba más allá del color. -¿Ya la latigaste? Si la tocaste te mato.

Las pupilas del hombre se dilataron, me hizo recordar a Beck y su excitación por mí ¿En esta época todos me quieren?

Lástima para ellos, yo solo quiero a mi muñequita.

-¿Eres él, cierto?- el hombre abrió más la puerta, mientras me lo preguntaba, pero no se movió para dejarme pasar, como si necesitara una confirmación ¿Acaso la intención de estar aquí no era suficiente?¿Qué tan infravalorado tienen al amor estas personas? Ahora entiendo porqué Vaneditt se resistió por tanto tiempo a que le dé amor.

-No sé quién es él, pero soy el amor de Vaneditt, soy su hombre, su muñeco y si no me dejas verla...

-Sí, sí eres él- se hizo a un lado dejándome pasar y le palmeé el hombro, no era buena idea que me prohibiera verla. -Sígueme- me indicó y por si acaso dejé la puerta abierta, así Vaneditt podía escapar mientras yo la vengo.

-¿Ella está bien?¿No la latigaste?

-¿No eres de por aquí, cierto?- soltó una risita baja y me hizo seguirlo hacia unas puertas de vidrio. No le respondí, mi acento, mi apariencia y mi forma de ver el mundo le indicaban claramente que no soy de aquí.
-Ella está en el patio- me indicó y abrió la puerta dejándome pasar, pero se movió muy lento así que lo tuve que empujar.

Es demasiado temprano, no hay razón para que mi Barbie esté en el patio.

La luz del amanecer me cegó y me tomé un segundo para apreciar su calor, también su aroma a pasto húmedo y frescura, pero en cuanto ese segundo se esfumó, la busqué porque sin ella ver el amanecer no era igual, no significaba lo mismo.

Muñeca sexual 2 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora